martes, 30 de diciembre de 2008

Palestinos e israelíes

He de confesar que este tema me aburre soberanamente. Es siempre la misma discusión, ¿quién es el más malo? ¿Por qué Israel comete tales 'atrocidades'? Al final siempre acabamos tomando partido por los palestinos, no sabemos muy bien por qué. La explicación más común es la que aduce que Israel es una superpotencia mundial que oprime a un pequeño cacho de territorio ínfimo al que podrían dejar en paz pero que no quieren porque son unos fascistas y quieren echar a los árabes al mar. Muy parecido todo a lo que pretendían los árabes en 1948, año de la independencia israelí, ¿falta de memoria? No lo sé, el caso es que el tema ha sido comentado ya por El Hijo Rojo, por "De Frómista a Kyoto" y por Citoyen en "Midiendo la proporcionalidad".

En primer lugar Israel no ataca a Palestina, ataca la región de Palestina dominada por la facción árabe denominada como Hamás. Esta organización hacia la que surgen compadecidos comentarios del estilo "están siendo aplastados por el Imperio Judío-Yankee" es la responsable de 334 asesinatos hasta 2005 cometidos por atentados suicidas o lanzamiento de misiles -Kassam habitualmente, pero también Katiusha- en territorio israelí. Esta organización mafioso-terrorista es la responsable de que entre los palestinos no exista un cierto reconocimiento del derecho de Israel a organizarse como Estado legítimo y reconocido, es decir, no reconoce la Resolución de la ONU del 29 de noviembre de 1947 por la que Palestina se dividía en dos estados, judío uno y árabe el otro. Israel, por supuesto, tampoco está cumpliendo el plan de partición de Palestina; nada sorprendente por otra parte si tenemos en cuenta que apenas siete meses después de la aprobación de dicha resolución Israel tuvo que guerrear con todos los estados árabes que le rodeaban.

Lo que los medios de información no cuentan porque no es televisivo y no vende audiencia es que la situación en Cisjordania es de absoluta normalidad. Los ataques y bombardeos israelíes se suceden sobre Gaza, zona controlada por la organización mafioso-terrorista que es Hamás. Una organización que da como aceptables los 'Protocolos de los Sabios de Sión', que recupera los lemas más rancios del nazismo, que utiliza su red de contactos islámicos con otros países para construir una red de atención al más puro estimo camorrista. Esa imagen de atención a los palestinos, tremendamente dañados por los ataques israelíes a la zona hace que Hamás sea vista como la única organización que defiende a capa y espada a su pueblo. Hamás, lejos de ser benefactora filántropa de su pueblo, establece escuelas coránicas para el adoctrinamiento de la juventud palestina en el odio a todo lo occidental y judío, sin que medie ningún ataque israelí por ello. Hace casi dos años Hamás declaró una tregua que detuvo los ataques israelíes, Hamás, sin embargo, acumuló un gran arsenal armamentístico que utiliza actualmente en sus ataques contra Israel.

Todo esto no supone óbice para criticar la progresiva invasión de tierras por parte de colonos judíos con la connivencia del Estado israelí ni tampoco para sorprenderse cómo una de las principales potencias militares del mundo es incapaz de evitar que sus misiles impacten en hospitales o escuelas palestinas, suponiendo que no sea intencionadamente. Los excesos de Israel son notorios y están ahí para ser analizados y criticados. De ahí a equiparar el asesinato indiscriminado de civiles judíos mediante atentados suicidas o mediante lanzamiento de cohetes a, en mi opinión, legítimas actuaciones de defensa; existe un gran trecho.

Es evidente que Israel debe retirarse de aquellos territorios que no le corresponden mediante el Plan de la ONU, pero no menos evidente es la necesidad de que Hamás se desmilitarice y acepte las resoluciones dadas sobre el tema, al igual que Israel cumpla todas las decisiones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El enfrentamiento constante deriva en una constante demostración de músculo militar o paramilitar que finaliza, como siempre, con la victoria del más poderoso. En este caso, Israel.

La situación, por supuesto, es complicada. La matanza de civiles palestinos dista mucho de ser "daños colaterales" en tanto la precisión de las bombas guiadas por láser tiene margen de error de apenas unos centímetros o metros. La postura de Israel tomada al respecto de la calidad de vida de aquellos palestinos inocentes no les echa sino en brazos de la única organización con músculo financiero capaz de dar comida y sustento a aquellos que lo necesiten que es Hamás. Ahora bien, mientras unos matan indiscriminadamente, creyéndose los cuentos antisemitas del Siglo XIX y primera mitad del XX por un ideal nacionalista panarabista, otros matan reaccionando a una violencia que no proviene de hace dos días, sino de hace sesenta años.

Ambos casos son execrables, tristes y polémicos. La solución es complicada y ni mucho menos un 'bloggero' como yo puede proponerla. Lo que sí está claro es que existen diferencias cuantitativas y cualitativas entre ambos bandos y que el análisis que se produce en los medios informativos y en los de crítica a Israel está muy alejado de la imparcialidad y el criticismo que deberían primar.

Buenas noches.

PD: Hamás entrena a niños para que luchen contra Israel. Aquí tenéis el vídeo.

lunes, 29 de diciembre de 2008

Tradición anglosajona vs tradición latino-católica

He de confesar que nunca había pensado en esta variable socio-cultural hasta que El Hijo Rojo comenzó a usarla en alguno de sus comentarios. Hasta entonces no le di demasiada importancia al hecho religioso más allá de algunos comentarios superficiales en la Historia del instituto y, de hecho, ni siquiera conocía las teorías de Max Webber sobre religión y mundo económico; y aunque de sustrato marxista, reconozco que poseen gran parte de razón.

También confieso que hoy cuando he abierto los ojos en mi cama me ha venido la inspiración para escribir esta entrada en el blog. Me he dado cuenta de que preferiría estar abriendo los ojos en NYC, viendo un día lluvioso o borrascoso; que me gustaría estar dando la bienvenida al día en un frío piso londinense mientras el viento se cuela por la rendija de la ventana. Puede parecer una tontería, pero a partir de esa apetencia que me sobrevenía a tan tempranas horas he empezado a darle vueltas al asunto: ¿por qué de vez en cuando me azotan sentimientos de "desesperación" y desasosiego al respecto de este país? Uno, que es liberal y siente al individuo como base fundamental de todo concepto social a veces no comprende la sociedad en la que vive.

Yo no provengo de un ambiente muy anglófilo -probablemente si les preguntase si son anglófilos se quedarían con cara de circunstancias- ni muy tolerante y/o abierto. Más bien al contrario, mi entorno familiar más directo; mis padres, son netamente 'clase media conservadora'. Luego recibo otras influencias más abiertas, sí, pero; ¿qué son esas frente a la influencia paterna innegable? Haberse criado en un ambiente donde desde pequeño vi gusto y adoración por José María Aznar -en casa, Chemari- pues realmente me ha influido, claro. Ahora bien, cuando despierto del letargo paternal y descubro la vida en sociedad, cada vez más me alejo de mis influencias y me pregunto por qué progreso a liberal en una sociedad latino-católica de tradición colectivista, estatista y absolutamente paternalista.

En contraposición a esa cosmovisión de influencia católica y universalista nos encontramos la tradición anglosajona donde el individuo y la visión íntima de la sociedad han poseído mayor arraigo que en la mitad meridional del continente europeo. La Iglesia Católica, si bien en un momento se convirtió en refugio de cultura, artistas y progreso evolucionó posteriormente a un gigante inamovible que frenaba el progreso social, científico y técnico. En Italia con la pervivencia de los Estados Pontificios -hasta bien entrado el Siglo XIX- y en España con la inundación de todos los estamentos de la sociedad de ese aura santurrón, beato y ultracatólico. Baste observar cómo en nuestra primera Constitución liberal, teóricamente radicalmente liberal, se establece la confesionalidad del Estado. Baste ver la avanzadilla del mundo aglosajón en este aspecto echando un vistazo a la situación de la religión en Inglaterra. A pesar de la promulgación de la 'Blasphemy Act' en 1698, que establecía una serie de penas de prisión para aquellos que, teniendo la religión cristiana, denegasen la existencia de la Santa Trinidad, la del mismo Dios o no consideraran a la Biblia como fuente divina de autoridad.

A pesar de esta ley, dirigida contra unitaristas y deístas a partir del Siglo XVIII, las controversias a lo largo del Siglo XVI en materia de tolerancia religiosa y la puntilla final, con la sentencia de 1729 en 'el Rey contra Woolston' que declara que los asuntos espirituales no son de incumbencia de los tribunales terrenales; en el Reino Unido, ya en el Siglo XVIII, la tolerancia religiosa se extiende gracias al sistema legal británico, que emite variadas sentencias en línea de la heterodoxia religiosa frente a la ortodoxia legal, por lo que está ley raramente se aplicó. En este sentido, con décadas de adelanto a la Ilustración francesa y con un par de siglos de adelanto a nuestro propio país, el mundo anglosajón se ponía a la cabeza en tolerancia y respeto de derechos individuales. Si además del respeto al individuo le añadimos la propia consideración del éxito como predestinación divina -la tolerancia religiosa no implica ausencia de fe-, el capitalismo y el bienestar económico se asentaron, por primera vez, en el Reino Unido.

En la otra parte tenemos a este país. En ese mismo Siglo XVII donde las disputas religiosas desembocaban en tolerancia -influyó también la Guerra Civil inglesa, no vayamos a ser puristas-, en el Imperio Hispánico proliferaba el ultracatolicismo. No sólo basta con ver la expulsión injustificada de los moriscos, sino que podemos ver los ataques de Quevedo a Góngora por su ascendente converso para comprobar que tratamos un problema incrustado a fuego en la sociedad. Una sociedad con presencia en los cinco continentes, con decenas de millones de personas bajo su cetro pero, aún así, cerrada en su metrópoli. Económicamente, la cosmovisión católica seguía manteniendo la división económica estamental, diluida en países de Europa como el Reino Unido, donde si bien el estamento seguía siendo piedra angular social, no lo era en el término económico. Así, la visión agraria de la sociedad española primaba la adquisición de tierras y títulos nobiliarios, por pequeños que fuesen. Trabajar, para el español medio, no era un método de consagrar su riqueza terrenal y poder disfrutar de éxito en su vida celestial sino, más bien, una condena por haber nacido en el tercer estamento. La búsqueda de influjos exteriores ante la sequía económica española -no así cultural- se veía cercenada por la institución más oscura que haya conocido la sociedad española: el Santo Oficio. El mismo que aún hoy sigue considerando a Galileo como un equivocado hombre de fe.

Sin embargo, que tras cuatro siglos de presencia de opresión religiosa y económica a toda una sociedad dinámica e inquieta como la española y tras un siglo de coletazos de los reaccionarios más anacrónicos e intransigentes, España haya llegado a estar donde está, es todo un logro digno de tener en cuenta. Más allá de 'reservas espirituales' de locos tiranos, tenemos un espejo en la tradición individualista del mundo anglosajón en el que podemos vernos, compararnos y ver nuestros errores y excesos.

Yo, mientras tanto, seguiré con la mosca detrás de la oreja. Viendo cómo seguimos teniendo ciertos esquejes de nuestra época más oscura y brillante a la vez. Quizá peque de bohemio elitista que desprecia al pueblo y lo considera inútil e incapaz pero, ¿qué nos ha demostrado en tantas ocasiones nuestro país? Más arriba decía que era una sociedad dinámica e inquieta, y lo es. Hemos dado intelectuales, filósofos, artistas. Hemos alumbrado una literatura excepcional y hemos gozado de un nivel cultural impresionante incluso en nuestros días. Sin embargo, no todo es escribir. Del 'unamuniano' "que inventen ellos" tenemos que pasar página y, sí, desterrar de una vez por todas la cosmovisión católica de la sociedad para arrinconar la religión al ámbito de lo privado.

PD: ¡Me olvidaba! Creo que voy a empezar a responder a los comentarios, a ver si aparece el 'troll' que espero en mi blog para divertirme. También espero que 'El Hijo Rojo' me comente, puesto que este blog bebe de comentarios suyos. :P

lunes, 22 de diciembre de 2008

Cuando la afiliación es un instrumento

Le debo este post a alguien, así que allá va. La cuestión es una que me lleva azotando bastante tiempo desde que entré en NNGG, aunque me figuro que será así en la mayor parte de los partidos políticos con algún tipo de responsabilidades públicas. Pero en algunos casos es incluso sangrante.

Yo, que dentro de mi humildad de chico que tiene obligaciones académicas por la mañana, por las tardes lo último que le apetece es seguir trabajando -aunque sea por ideas parecidas a las suyas- y que sabe que cuando habla, en un 90% de ocasiones le toman por ingenuo ejemplo de la muchachada española, hago lo que puedo; veo con pena cómo en el politiqueo prima el saber moverse y el "bienquedar" al trabajo, a las ganas y a la motivación de la masa militante. Esa masa militante que trabaja día tras día por mantener al partido, sea cual sea, en pie. Lo engrasa, lo hace funcionar como un reloj. No es el dirigente y el que sale en la foto el que hace moverse al partido; lo hace un equipo de personas entregadas. Atrás quedaron los tiempos del "guerrismo" y de "el que se mueve no sale en la foto". En tiempos como estos, donde cada vez más las diferencias ideológicas han ido diluyéndose en 'el bienestar', el carisma y la capacidad de integrar a los trabajadores -y más si se manda un mensaje de meritocracia- no se puede llevar una organización política a base de "trepas" y "enchufados".

La supervivencia de una sociedad, como de una organización, se basa en escoger a los selectos y excelentes de la colectividad. La autocracia y la tiranía fueron derrotadas cuando las pujantes élites vieron que no se contaba con ellas y la sociedad iba constantemente a peor. El colectivismo fue derribado cuando la sociedad se cansó de ser tratada como si fuese masa estúpida. En una organización, el nepotismo, el amiguismo y el autoritarismo deben ser desterrados.

Constantemente vemos a individuos que se pavonean de sus años de afiliación a tal o cual partido: "No, yo soy del PP de toda la vida, ¡¡desde Alianza Popular!!" o "yo soy comunista de siempre, ¡pues no me iba a gritar contra los grises!". Pues, ¿a qué esperas ahora para ponerte a trabajar como uno más? ¿Eres más que el universitario que ha entrado ahora movido por la inquietud? ¿Más que el adolescente que ha acudido a la sede azuzado por la curiosidad? En definitiva, el triunfo de la gerontocracia apalancada y reacia a los cambios. Si lo analizamos en teorías de gestión de empresas: el peor liderazgo posible.

Pero aún hay algo peor: son aquellos que ocupan cargos de responsabilidad y se olvidan de que están ahí por algo. Son los que ven su cargo como un método de progresar en la escala jerárquica y no como una recompensa a su trabajo y un instrumento para trabajar en pos del partido. Son los que apenas aparecen en actos de puro trabajo y sí en aquellos diseñados para disfrutar y olvidar tardes de tedio o campañas electorales en las que, tristemente, debemos soportar ser insultados y vilipendiados. Son los que sonríen, se echan fotos y departen con todos y cada uno; pero sin olvidar a sus mayores, los que controlan el aparato y pueden promocionar a sus allegados. Sin olvidar, como debe ser, a los que mañana nos pagarán nuestra ciega fe en ellos.

En definitiva, cuando la afiliación es un instrumento, la organización se convierte a medio plazo en insostenible y llegamos a la situación del PSOE. ¿Quizás así, al menos, ganaríamos elecciones?

martes, 16 de diciembre de 2008

La trampa de liquidez, Japón y así nos va

Llevo una semanita sin actualizar el blog. Tras una semana anterior plagada de exámenes me he tomado unos días pasando absolutamente de todo. Ya es hora de retormar el blog, que no cierra, en absoluto, por Navidad.

Hoy leía cuestiones bastante interesantes, como la prohibición del Gobierno italiano de que una persona pueda decidir sobre su vida -decisión legitimada por la Justicia- pero veía, cómo sorprendentemente, la Fed se lo juega todo a una mano y rebaja los tipos de interés casi al cero. Como últimamente el fantasma de la deflación pulula en los medios informativos -llegará un día en el que algún periódico saque en primera plana la noticia y comience, de verdad, la deflación- es lógico que los tipos de interés descendiesen paulatinamente a puntos porcentuales lo suficientemente bajos como para estimular el crédito interbancario e inyectar liquidez en el mercado crediticio. Lo que Estados Unidos ha hecho hoy, sin embargo, es el suicidio colectivo de toda una economía.

La crisis, lejos de resultar una crisis de constricción del crédito -que lo es, ojo, pero no en su raíz fundamental- es una crisis de confianza. Los bancos no conceden préstamos no porque los tipos de interés a los que los Bancos Centrales distribuyen el dinero eran elevados, sino porque no existe una transparencia que permita considerar a una entidad crediticia o bancaria lo suficientemente sólida y solvente como para efectuar un préstamo de varios miles de millones de dólares o euros. Esa constricción interbancaria, presente desde el segundo trimestre de 2007 ha llevado como efecto una reducción de los créditos concedidos a particulares y empresas. El dinero existe, está presente a raudales en las cuentas de los bancos. ¿El problema? La confianza.

De nuevo la Fed aplica una política monetarista, siguiendo el paradigma de Friedman y de Greenspan a lo largo de los 80 y los 90. Según la doctrina de Milton Friedman, la presente crisis existe porque no circula suficiente dinero por el mercado. Aunque la causa de dicha falta de circulación en el mercado es precisamente la crisis de confianza y no un problema en la política monetaria. Durante años, las tasas de interés en la Unión Europea y en EEUU han estado en torno al 2% o al 3%; por no hablar del Euribor -tasa con la que se presta en la mayor parte de los créditos concedidos a particulares y empresas- que siempre está por encima de la tasa con la que se presta el dinero a bancos y otras entidades. El problema es, pues, una crisis de confianza que no se ataja con medidas erráticas, continuadas y con nulo efecto en la economía real.

EEUU está ya en la trampa de liquidez, situación en la que el Estado agota el margen de su política monetaria al reducir los tipos de interés a un tipo cercano al 0. Ahora, para evitar la deflación, no queda ningún tipo de margen crediticio. Todo se encuentra en la política fiscal lo que conlleva dos cosas: o brutal aumento de impuestos para financiar la parafernalia intervencionista o brutal déficit público sin ser trasladado a las familias a corto plazo, lo que genera de nuevo un brutal aumento de impuestos para subsanar ese déficit público inmenso alcanzado en EEUU tras años de "neoconservadurismo socialista". La deflación, si llega, será muy perniciosa para los EEUU.

Unido al ciclo de desempleo y reducción de la actividad económica a la cual va aparejado el fenómeno estará presente la posibilidad de una apreciación del dólar frente al euro, lo que perjudicará enormemente las exportaciones norteamericanas a Europa, con una moneda más sólida y controlada. Este ciclo de efecto dominó en la economía interna de los Estados Unidos -la gente no consume porque espera que los precios bajen más- unido a la imposibilidad de ampliar mercados en el extranjero sobre todo en su principal caladero, el europeo, lleva a la economía estadounidense al suicidio colectivo.

O bien el País de las Oportunidades resurge con su flexible sistema económico y su innegable dosis de voluntariedad histórica o tendremos, en la gran potencia económica y militar del Siglo XX al nuevo Japón, 20 años atrapado en la misma espiral. He aquí los efectos del intervencionismo, panacea del 'buenismo' y de aquellos que suspiran con "en el largo plazo estaremos todos muertos".

lunes, 8 de diciembre de 2008

Zetapé, zetapé...

En Moncloa no van a tener problemas con la limpieza, según parece.

Y es que tras un año enterito vendiéndonos la película mala, españolada en su plenitud -dado el maniqueísmo de este Gobierno inútil e inepto a la hora de afrontar la crisis económica-, ahora con la demagogia de la austeridad y la tontería suprema instalada en un gabinete de caras desaparecidas...¿quién no se ríe de pena con este gasto pequeño pero simbólico?

Será que tras varias meadas fuera de tiesto del Presidente y sus conmilitones, la Señora Vicepresidenta ha decidido que en su sano juicio, como buena señora de Moncloa que es, no puede existir un palacio con una falta de higiene motivado por la ausencia de urinarios digitales. ¡Por Dios! Ahora, todos los que me leáis y no tengáis un urinario digital debéis saber lo cochinos que sois, al igual que con los móviles -que todos aspiramos a tener uno de última generación que manda correos, recibe fotos y te rasca el culo si le suplicas un poco- los españoles de bien, aquellos que no son antipatriotas y no son tontos de los cojones, deberían tener un urinario de última generación.

¿Que no te lo puedes permitir? Ah, eso no es problema mío. Lo dicta el 'buenismo' y el gabinete de las Tres E's. Telita la gente que nos (des)gobierna...telita...

sábado, 6 de diciembre de 2008

Soy de izquierdas y del PP.

El otro día cuando escribía que me avergonzaba de las palabras de Pedro Castro algunos me pedían que aclarase por qué soy de izquierdas y por qué pertenezco al PP. Vaya por delante, pues, que rehúyo de la clasificación decimonónica de izquierdas y derechas y por tanto también de la indefinición del "soy de centro". Sobre todo me considero neoprogresista y dado que el conservadurismo es la base de la concepción política de la derecha es imposible ser de derechas o aceptar tal denominación y, a la vez, considerarse progresista.

Más allá de cuestión de matices -alguno podrá decir que soy un mero derechista más con algún punto de vista cercano al socioliberalismo, que por cierto, vaya truño se inventaron con esa palabreja- el neoprogresismo, como ya dije en su momento -aquí lo tenéis- supone un modo de afrontar los problemas que tenemos hoy en día con una visión crítica y pragmática, alejándonos de dogmatismos ideológicos para entrar a valorar lo profundo de las cosas. Esta visión es, por antonomasia, contraria a una visión conservadora de la vida fundamentada sobre una serie de dogmas imposibles de ser rechazados tales como el conservadurismo moral o la querencia, en un grado mayor o menor, de una espiritualidad en la gente. El conservadurismo también implica una visión muy defensiva de temas como la inmigración, las relaciones Iglesia-Estado o la política internacional -con una tendencia al aislacionismo soberano bastante pronunciada- lo que choca de plano con una visión liberal y progresista de la sociedad.

Dicho lo cual, la izquierda neoprogresista está más allá de los dogmas que constituyen últimamente los cimientos de 'la izquierda' que aspira a gobernar nuestros países. Probablemente El Hijo Rojo venga a decirme que la problemática capital-trabajo y el derrumbe del capitalismo son puntos que están a la orden del día. Pese al sensacionalismo de los periódicos sobre el regreso del marxismo y el derrumbe del sistema yo sigo pensando que los comunistas siguen enterrados y que su icono máximo, Cuba, ya está abrazando el libre mercado y que Venezuela y Bolivia están condenados a la pobreza absoluta -recomiendo entrada de Egócrata, aunque algún día hablaré sobre ello-. Pese a ello, el neoprogresismo se alza con un conjunto de valores liberales actualizados y, lo más importante, con cercanía a los problemas actuales.

Más allá de soluciones absurdas a problemas complejos se impone una visión cercana y de conciencia de los problemas que vivimos. El neoprogresismo, con la capacidad crítica y la búsqueda de nuevos caminos, se impone como una realidad a seguir por aquel que se denomine liberal en su plenitud. La ruptura de las angostas fronteras morales heredadas de una visión católica de la sociedad y el avance hacia una sociedad más libre, minarquista en cierto modo pero social en su conjunto es objetivo fundamental de este movimiento.

La búsqueda de dicho fin desde el Partido Popular lo considero posible. Existe una gran masa de personas en este país que abrazarían el liberalismo y la conciencia social con gusto y con entusiasmo. Es posible que el tradicional antiliberalismo inculcado por años de gobierno reaccionario en este país siga aún presente en nuestra médula cultural pero, tal y como dijo de Frómista a Kyoto, ¿por qué la gente se autoconsidera liberal? Las causas pueden ser variadas y extensas pero lo cierto es que el neoprogresismo no es sino la salida a una reclamación intelectual, cultural y política de un país que vive bajo la dictadura del buenismo y que ya ha agotado socialdemocracias y democracias cristianas.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

La educación y respeto del 'buenismo'

¡Qué vergüenza que estos tíos se califiquen "de izquierdas" para todos aquellos que nos sentimos como tales.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Laicidad y liberalismo

Hoy hablamos de un tema que está de moda: laicidad. Con la polémica decisión de un tribunal de retirar, ¡en un colegio público!, los crucifijos. No han faltado clamorosas exclamaciones públicas de dolor, de flagelación a los pérfidos jueces al servicio de la izquierda masona que pretende arrinconar al catolicismo en este país, quemar iglesias y violar monjas. Como si todos fuésemos Almudena Grandes...

Incluso en El Mundo, el debate de la semana se circunscribía a la idoneidad o no de retirar los crucifijos de los centros públicos. Pensé en mandar una carta, como ya me han publicado en otras ocasiones pero viendo la abrumadora mayoría de gente que votaba en contra de la retirada -en torno al 75%- se me quitaron las ganas. Total, al fin y al cabo cualquier impulso de signo laicista iba a ser tomado, por los mismos altavoces de siempre, como un ataque decimonónico a la Iglesia. Esa misma Iglesia que un día se niega a condenar el franquismo, que otro dice que perdonar es olvidar -ambos, en inglés empiezan por 'f', ¿les perdonamos la confusión?- y que al otro dice que querer retirar el crucifijo de centros públicos a los que acuden gentes de todas las confesiones y tendencias ideológicas, es atacar a las creencias de los españoles. ¡Si hasta llegamos al punto de tener que oir que el crucifijo es un signo de libertad contra el totalitarismo! (Martínez Camino dixit). Sólo queda que nos digan que la hoz y el martillo son el máximo exponente del liberalismo o que la rosa socialista representa el pragmatismo y la eficiencia en el Gobierno.

Pero no se libra tampoco el Partido Popular. Nos rasgamos las vestiduras por esta sentencia, refrendamos las posturas del integrismo católico mostrándonos dispuestos a recurrir una sentencia lógica y normal en un Estado aconfesional -lo mismo que laico, pero es que aquí tenemos miedo a tantas palabras...-. ¿Pero de verdad estamos perdiendo el norte? Lo más prudente hubiese sido un discreto silencio, acorde con la legalidad vigente y con esa tan necesaria ambigüedad por la base social ultracatólica que está lejos de ser mayoritaria pero que se ve amplificada por los medios dependientes de la Conferencia Episcopal. Ah...cuántas oportunidades perdidas de comer terreno en la gran masa social de españoles a las que, como a mí, les importa un carajo que haya un crucifijo o no en las aulas. Ahora bien, que me importe un carajo y que no me suponga una cuestión fundamental no implica que no tenga mi propia postura: como buen liberal, radicalmente en contra de su existencia en las aulas públicas.

No quiero que esté no por odio al catolicismo o al cristianismo siquiera -yo me considero creyente, de hecho- sino porque la escuela pública representa a todos y cada uno de los ciudadanos de este país. Porque la escuela pública pertenece a todos los que pagan impuestos en este país y en este espectro de gente existen musulmanes, testigos de Jehová, cristianos de todas las confesiones, ateos, protestantes, etc. ¿Por qué ofrecer primacía a una determinada confesión? ¿Por qué ofertar clases de religión católica o de cualquier otra religión? ¡La formación religiosa a los templos! ¡La formación moral a los hogares! La educación, como cometido científico y formativo, se debe convertir en misión fundamental de los centros educativos.

Crucifijos, velos musulmanes, kippahs...Son todos ejemplos de una religión en un centro público, no dominado por la confesionalidad. Si permitimos que un crucifijo presida la clase, ¿qué nos impediría que un musulmán interrumpiese la clase para efectuar su rezo correspondiente, que entrara una chica cubierta completamente o que exijiésemos la separación por sexos en las clases? Nada.

Si de mí dependiera, la única imagen que presidiría las clases sería la foto del Jefe del Estado, Su Majestad el Rey o Presidente de la República en el caso futurible de que en España, por fin, tuviésemos una República de todos los españoles.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Congreso Regional NNGG - Capítulo 1: Ponencia Política

Ponencia política con varias polémicas -Salario Mínimo: ¿sí o no?- y con ese discursito de marras que el sábado tuve que oir toda la mañana. 'Batalla de las Ideas', la gran batalla rodeada de discursos grandilocuentes y, la mayor parte de las veces, repetitivos, huecos, enardecidos en ocasiones, aburridos de solemnidad en otras. Para que lo diga alguien con una nula capacidad de enardecer a las masas y que escribe truños como este blog, ¡tiene delito!

Pero bueno, al fin y al cabo, existía debate y democracia interna. Varias decenas de enmiendas se presentaban y se llegaban a acuerdos con los ponentes. Estabamos asistiendo a un ejercicio de consenso en el seno de la organización y eso es algo loable, digno de tener en cuenta, dado el apagón informativo de los medios al respecto tras lanzar la bomba de la polémica. Yo, que no tuve mucho acceso a la ponencia política -no pertenecía a la comisión de trabajo de la misma ni tenía el texto delante para ver cómo iban las enmiendas- no pude seguirla a fondo pero sí que estuve en dos momentos cumbre del debate y la votación. Matrimonio homosexual y centralización de la Educación.

El matrimonio homosexual fue el café de la mañana. Dormilaba yo en mi asiento mientras mi compañero me daba codazos para despertarme o me preguntaba alguna cosa cuando, de repente, oigo una enmienda que 'llega viva' al Congreso: matrimonio homosexual. La gente se mira, se yergue en sus asientos y a todos nos asalta un cierto gusanillo en el estómago. ¿Quién ha sido el suicida que presenta una enmienda a favor del matrimonio homosexual en un Congreso de NNGG dominado por una mayoría neoconservadora? Pronto se despejaban las dudas. Un miembro de la agrupación de Pozuelo -creo que era esa agrupación- subía al escenario y comenzaba a defender el matrimonio homosexual. Algunos, como yo, escuchábamos atentamente. Otros, según parecía, se limitaban a hacer bromas sobre 'la pluma' que tenía el enmendante. Su defensa, coherente. Al fin y al cabo, si somos un partido liberal y tenemos que dar la batalla de las ideas, ¿qué sentido tiene negar la equiparación de derechos y obligaciones de la unión entre personas del mismo sexo bajo la palabra matrimonio? Aparte de todo ello, su inclusión bajo la palabra matrimonio no supone ningún menoscabo de la Constitución o una perversión de la misma. Los ponentes defendieron la redacción original aduciendo que el partido tenía tramitado un recurso contra la ley y que sería ciertamente paradójica la situación. Llegaba la votación: por la mínima, ganaba el 'no' a la enmienda. A la bajada del valiente, aplausos para él.

La centralización de la educación fue el punto glorioso del mediodía. La ponencia moría y todos estábamos ya pidiendo la hora para, como buenos futuros políticos, acudir a la cafetería a comentar lo buena que estaba aquella morena, alcoholizarnos y, de paso, cotillear un poco sobre 'dirigentes'. Justo ahí los ponentes cambiaban su tono de voz y daban paso a otra nueva 'enmienda viva': centralizar la educación. Yo, que de nuevo había levantado la cabeza, miraba a mi alrededor. La gente permanecía inexpresiva y el enmendante realizó una buena defensa alegando lo absurdo de tener 17 sistemas educativos distintos en un mismo país. Los ponentes, sorprendemente, se negaron ¡aduciendo que fue Aznar quien descentralizó la educación! Pero, ¿somos un partido dogmático en el que no cabe la disidencia? Evidentemente, si no es NUESTRA disidencia...Al fin y al cabo, tras seguir manteniendo lo insostenible los ponentes llegó la hora de la votación: todo el auditorio votó favorablemente la enmienda salvo unas dos o tres abstenciones. Resultado: abrumadora derrota de los ponentes -que no de la ponencia- y aplausos prolongados en el auditorio.

El resto de la ponencia fue...pues eso, lo que es una ponencia de una organización política. Enmiendas que se retiran, que se aceptan, que se transaccionan y que no conoceremos hasta comparar texto original y texto definitivo. A ver si lo cuelgan de una dichosa vez y os lo puedo comentar brevemente.

En general, sensaciones conformes a las esperadas: bastante apertura democrática y una importantísima tendencia de liberalismo social que comienza a sentirse poco integrada en el partido y que tarde o temprano reclamará que se le oiga. Una ponencia hecha a la medida de los actuales líderes del PPdeMadrid -telita si Rajoy pierde las europeas y las gallegas de nuevo...- y que ha sido enriquecida con los militantes. Queda por ver si ha sido un batiburrillo de compromiso o si de verdad se ha cargado con compromiso ideológico y programático a una organización que arrastra el sambenito del 'pijerío' y 'seguidores del Opus Dei'. Así nos va en la verdadera batalla que tenemos que dar: la de la comunicación.

Buenas noches.

PD: Un saludo a los que me siguen desde el comienzo, a los que se incorporan poco a poco y a los que me siguen y no me dicen nada hasta hoy mismo. Gracias.

martes, 25 de noviembre de 2008

Liberalismo y PP (y NNGG)

En España el sustrato liberal es, cada vez más, importantísimo en la mayor espina dorsal de la sociedad; de esa sociedad media que sustenta a los partidos políticos y que rehuye de amiguismos 'culturetas' y de intelectuales de medio pelo.

Es cierto que desde la mitad del Siglo XIX -y el defenestramiento del liberalismo radical en España- éste se ha ido metamorfoseando bajo distintas formas: progresismo complaciente, regeneracionismo tras el desastre de Cuba y ya en etapa de debate histórico y político; la República bajo el PRR e incluso bajo algunas posturas de IR. Ese proyecto histórico se ha encontrado con la frontal oposición de no sólo la Iglesia -que al fin y al cabo, es lógico- sino de amplias líneas de las élites intelectuales; tremendamente polarizadas en espectros ideológicos antagónicos. Carlistas e isabelinos, monárquicos y republicanos -de tendencia eminentemente socialista, sin despreciar en ocasiones el liberalismo- y, finalmente; entre fascistas y frentepopulistas. España evidencia, entonces; la estrategia frentista de una sociedad casi siempre tan fracturada...

En la época de la Transición ningún partido recogió plenamente el liberalismo perdido tras un paréntesis enorme de treinta y nueve años -tanto en el bando 'demócrata' como en el bando fascista- y la sociedad española perdió dicho referente para centrarse en 'el socialismo' y 'los populares'. La izquierda y la derecha; posteriormente: centro reformista (¿?).

Hoy en día la sociedad es liberal. No lo digo yo así, porque sí; porque sea liberal y me guste. La sociedad es liberal porque cree eminentemente en las libertades individuales -derechos humanos, eutanasia, aborto, separación Iglesia-Estado, etc- y porque cree en la libertad económica. Poca gente cree en no poder tener la libertad de emprender un negocio, poca gente cree en no poder decidir qué, cuándo y cómo comprar lo que desee.

Hoy, el PP; por mucho que intente dar esta 'batalla de las ideas' da una batalla neoconservadora. El ultraliberalismo económico -poco pragmático, pese a que comparta ciertos objetivos a medio y largo plazo- no se ve aparejado en un sentido social del liberalismo. Se ha hecho una lectura interesada de los libros de cabecera de aquellos que teorizan sobre el liberalismo, asistimos en definitiva, a la perversión del liberalismo a manos de quienes menos creen en él como método de superar las desigualdades sociales y lo utilizan para darse un aura de respetabilidad.

Debemos recuperar -porque soy de NNGG- esa esencia utilitarista, pragmática y coherente del liberalismo. Asumir el progresismo como herramienta de análisis de los problemas que nos ocurren hoy en día, huyendo del 'buenismo' -falso progresismo de la izquierda cerril- y, por último; plantear una serie de soluciones que atiendan a los adjetivos anteriores a la sociedad. Ni más, ni menos.

Buenas noches.

PD: Sigo recordando lo del Congreso de NNGG. Las sensaciones fueron correctas. Mañana más.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Congreso Regional NNGG: Preludio

El otro día acudía a la sede. Teóricamente íbamos a repartir unos cuantos panfletos sobre la discriminación a la que Zapatero somete a Madrid, iba a venir un cargo importante a la mesa de los trípticos...En definitiva, iba a ser algo de pura acción política y de contacto con la gente. (Si la gente fuese civilizada en este país, incluso se podría hablar de debate en la propia calle). Total, bufanda al cuello y con ese cierto hormigueo en el estómago que, aún joven e iluso, tengo cada vez que participo en la vida política de este país.

Tras la convocatoria nos dirigimos a una cafetería donde estuvimos tomándonos algo -no hemos repartido aún los folletos, el "importante dirigente" se retrasa...- y allí estuvimos charlando un ratillo sobre cosas absolutamente ajenas a la propia vida 'del partido'. Se agradece. Al fin, una horita después de la convocatoria oficial, llega el "importante dirigente" acompañado de gente de la agrupación de Carabanchel. Era Pablo Casado, Presidente de Nuevas Generaciones de Madrid. ¡Vaya, pues no está mal!

Nos dirigimos a la sede local -ya damos por perdida la misión política, aunque es cierto que el día anterior había sido convocada más gente para repartir, aunque yo no pude asistir- y allí vimos cómo se presentaba la ponencia de Estatutos de Nuevas Generaciones de Madrid; ponencia redactada por unos cuantos compañeros de la agrupación. Todo normal hasta que toma la palabra Pablo Casado y yo, que nunca le había oido hablar, me mostré interesado e incluso receptivo -estado en el que suelo estar poco frente a políticos profesionales-.

El hombre comienza a hablar, habla de la juventud, de nuestros problemas -bien, buen camino, me gustas Pablo, sigue así- pero...¡ay! No todo podían ser rosas y babas cayendo al suelo; había que volver a la dura realidad. "Nuevas Generaciones no puede ser sólo una organización juvenil". ¿?. Pero...si somos jóvenes, lo primero que nos importa, más allá de cualquier otro tema puramente político e incluso dialéctico, es la propia satisfacción de nuestras necesidades inherentes: vivienda pública de alquiler con opción a compra, ocio nocturno, planificación familiar, educación no obligatoria y universitaria, acción política en el campus, empleo joven...Bien es cierto que varias de estas políticas deben ser integrales y afrontadas desde un prisma totalizador pero...¿y las viejas reivindicaciones del ocio joven? ¿Y ese aura de transgresión, ruptura de la juventud respecto al "aparato"? Ninguna sociedad ha avanzado significativamente sin oposiciones reales al aparato vigente -esto ha sonado tan marxista...- y ninguna lo hará. Esto lo podemos llevar al propio partido.

Pablo Casado es un excelente orador. Ciertamente posee una buena presencia y no usa ese lenguaje retorcido y tecnócrata que tan poco gusta -la prueba más fuerte soy yo mismo- así que empezó a hablarnos de una "revolución", de un "mundo que se abre ante nuestros ojos" y que está liderando, cómo no, Esperanza Aguirre. Primer movimiento incómodo en la silla.

Tras introducir a Esperanza Aguirre en la ecuación, siguió hablando sobre el liberalismo que se respira en Madrid, esta fuerza joven que ha votado abrumadoramente por Esperanza Aguirre -no lo pude comprobar, estuve buscando datos aunque le otorgo el beneficio de la duda-, que si tenemos que dar la batalla moral a la izquierda...Segundo movimiento incómodo en la silla. A partir de aquí, el discurso se convirtió en un sumo ejercicio de dialéctica, de contraposición entre izquierda y la amalgama extraña de adjetivos que utilizó para denominar a Nuevas Generaciones. Liberales, gentes de derechas, jóvenes, aquellos, los otros...(Probablemente en todos y cada uno de los adjetivos tenga muchas razones para ser incluido en la lista).

En un momento de la discusión dada desperté del tedio de ese discurso de confrontación, de salir a la calle; que tan buenos frutos le dió al PSOE hace cinco años y que hoy está quemado -básicamente porque la gente tiene otras prioridades muy distintas al salir a la calle con pancartas y dejarse guiar por cuatro cerdos al estilo de Orwell-. Esa estrategia no tiene sentido. La juventud, harta; quiere ideas, frescor, innovación, estilo, liderazgo y a alguien que le escuche. Probablemente Pablo Casado tenga esa cara de líder joven y sin pelos en la lengua, pero alguien que pone como icono de un 'sociata' -para entendernos- al Ché Guevara o a Stalin es que, o se ha encontrado con los más cazurros del PSOE o es que no tiene ni pajolera idea de en qué época estamos viviendo.

Seguir teniendo dicha concepción de 'la izquierda' como ese ente maligno, igualitarista y de tintes soviéticos es, simplemente, seguir viviendo en los dos primeros tercios del Siglo XX. Es seguir viviendo bajo Churchill y Stalin, bajo Eisenhower y Kruschev, bajo Reagan y Brezhnev. No, no tiene sentido en un mundo donde los conceptos 'derecha' e 'izquierda' se desdibujan cada vez más en favor de conceptos mucho más concretos y definidos como 'libertad de comercio', 'estado del bienestar' o 'derechos civiles'. La sociedad es mucho más compleja.

Aclarada esta larga -y pesada, lo reconozco- introducción sobre Pablo Casado; paso a comentar la propia Ponencia Ideológica de Nuevas Generaciones.

En un primer lugar uno lee 'liberalismo' por doquier y a poco que se le incluya un cierto mensaje social y de avance en los derechos civiles, a mí me calaría hasta el tuétano. Sin embargo si leemos entre líneas vemos cómo ese liberalismo no es sino el liberalismo conservador del neoconservadurismo. Meritocracia, sí; pero mantenimiento de la monarquía. Corrección política, no; pero pasamos de puntillas sobre temas como el aborto o la eutanasia. ¿En qué quedamos, pues?

Más allá, entonces, de la palabrería de la meritocracia, la libertad individual, los ataques al paternalismo que cualquiera firmaría sin pensárselo dos veces; entramos en la propia 'chicha' de la ponencia ideológica. En ocasiones este documento parece redactado para mayor gloria y divinidad de Esperanza Aguirre lo que no me genera sino cierto desencanto. En otros momentos el libro parece el libro de noche de Reagan, lo que me genera sentimientos encontrados.

Es triste que la igualdad de oportunidades sea entendida en la Ponencia Ideológica como el 'derecho a hablar en castellano en el territorio nacional'. ¡Joder, claro que sí, faltaría más! Pero...¿y el acceso para la gente menos adinerada? ¿Y las becas de atención social? El propio Pablo Casado se mostraba en contra de las becas entonces...¿en qué quedamos?

Por último comentaré el punto 38 de la Ponencia. El controvertido del SMI. (Puedo comentar cuantos queráis, sólo tiradme de la lengua y lo hablamos y, mañana cuando vuelva del propio Congreso, comentaré los puntos que queráis). Esa alusión al SMI como creador de inflación y de desempleo. Pues...esto que...sí y no. Está claro y es admitido por todos los economistas que un salario mínimo demasiado elevado generará destrucción de empleo en todos aquellos puestos de trabajo que generen una riqueza inferior al propio pago establecido por el SMI pero, más allá de eso, ¿qué ocurre con la defensa del nivel adquisitivo de los españoles? El problema, al fin y al cabo, no es el SMI. Quien más quien menos acaba ganando mucho más de lo fijado en el SMI. El problema aparece en las deducciones en el IRPF, en los Seguros Sociales, en los Derechos Pasivos, en las Cotizaciones a la Seguridad Social -fruto de un sistema de reparto completamente obsoleto-, en los impuestos que paga el empresario por tenerte empleado...El problema no es un mecanismo de defensa frente a posibles abusos empresariales como la excesiva carga fiscal al que se ve sometido el fruto de nuestro trabajo. ¿No lo han pensado nuestros chicos de NNGG?

En definitiva. Mañana acudo con esperanza y con desencanto, con ganas y absolutamente pasivo al Congreso Regional. Sólo espero que no se limite al lucimiento de caras bonitas y que en los posibles debates que surjan sobre las enmiendas; se escuche, se tome en cuenta y se integre. En caso contrario, seguiremos ahondando en la herida de una organización que cada vez más se asemeja al Imperio Galáctico -guiño a los seguires de la Fundación- en sus días de gloria. Espero que su fin no sea similar.

jueves, 20 de noviembre de 2008

¿Qué habría pasado...

...si la petición fuese de signo completamente contrario?

Ahí lo dejo. ¿Qué opináis vosotros?

lunes, 17 de noviembre de 2008

Como decíamos ayer

No soy rico, millonario. No soy un pobre, un proletario y ni siquiera llego a la mágica clase a la que muchos desean pertenecer del lumpenproletariado, con ese aura de romanticismo y de sufrimiento cristiano. No, en lugar de ello soy un blogero más, perteneciente a esa clase media de españoles y de occidentales que forma la espina dorsal de los países. Y como decíamos ayer, al tercer día resucitó.

No me gusta volver a tratar temas de los que ya he hablado, bajo ningún concepto. Tampoco me gusta entrar en polémicas 'bloggeras' porque suelen conducir a ofuscarse en un mismo tema y tender a desoír argumentos. Esta vez lo intentaré, y lo intentaré con un análisis en profundidad más allá de los lugares comunes -qué mala es la globalización, macho; si es que sólo crea pobreza- y del griterío que se suele encontrar entre 'trolls' de ambos lados: los furibundos de la globalización y los furibundos de levantar nuevas barreras económicas entre los países. Como decía 'Anónimo', no menciono en ningún momento los beneficios de un mundo capitalista 100%. Evidentemente no los menciono, porque en ese mundo, salvo excepciones como Cuba, Venezuela en proceso y algún otro país alejado de la mano de Dios que haya por ahí; vivimos en un mundo capitalista. Pero no, yo no aspiro a algo ya logrado; yo aspiro a un mundo global, a un mercado global y a un mundo sin fronteras de ninguna clase.

Y como entiendo que la apertura de las fronteras y el derribo de las mismas sólo es posible gracias a una globalización que respete nuestros derechos económicos y sociales, soy un defensor a capa y espada de la globalización, ¡pero no de la que vivimos actualmente! A pesar de sus logros, hemos de ahondar en ella. Y me limitaré a nombrar varios de dichos logros.

Xavier Sala i Martí -tan listo en lo económico y tan perdido en lo político- en "The World distribution of Income: Falling Poverty and Convergence Period" -podéis leerlo aquí en inglés- demuestra que el número de pobres en los años 80 se cifraba en 1.200 millones de personas, cuando la población mundial total en dichos años se estimaba en torno a 4.400 millones de personas lo que daba un preocupante porcentaje de un 27% de población en bajo el umbral de la pobreza. Veinte años después, asistimos a la no menos preocupante existencia de 800 millones de personas en el umbral de la pobreza bajo los 6.000 millones de seres humanos que somos ahora aproximadamente. El porcentaje se ha reducido en 14 puntos hasta el 13% de pobres mundiales. Desde los años 80 a nuestra época se ha asistido al derrumbe de importantísimas fronteras económicas mundiales -la caída del Bloque Soviético, la apertura del sudeste asiático y de Hispanoamérica, etc- y la definitiva emergencia de potencias regionales como Sudáfrica, Brasil o la India llevan aparejados, necesariamente, su mayor integración en los mercados internacionales. De hecho, en los quince países con mayor libertad económica destacan países como Chile, Hong Kong y Singapur; países cuya décila demográfica inferior no posee un poder adquisitivo neto inferior a 7.000 dólares anuales -según datos del Informe Anual sobre Libertad Económica en el mundo del año 2004- lo que supone un poder adquisitivo mucho mayor que países adalides del socialismo del Siglo XXI como es el buque insignia venezolano, cuyo poder adquisitivo per cápita se sitúa, en el año 2008 se sitúa en aproximadamente 8.500$ de promedio, lo que no supone un alejamiento demasiado significativo si tenemos en cuenta que para el año 2008, Chile supera en algo más de 1.000$ el poder adquistivo de Venezuela, hasta situarse en los 9.879$ anuales por cabeza.

Sin embargo, pese a ejemplos regionalizados, la globalización es mucho más que una mera discusión de cifras y de competiciones entre países para llegar a tener un PIB per cápita mayor -al cual realmente tendríamos que sumar gastos en sanidad, transferencia de rentas del Estado, etc. y, evidentemente, no tengo los recursos para tal ingente trabajo de estadística-. Realmente, esto se traduce en si la globalización crea pobreza, crea riqueza y si la distribuye eficazmente -aunque la distribución de la riqueza es un tema polémico del cual debemos replantearnos las bases-. Para muestra de ello, dos botones.

China, una de las peores dictaduras del mundo -que abrace el libre mercado no implica que se deba aplaudir la defenestración de derechos fundamentales- sin embargo ha sido paradigma en su desarrollo económico a merced de la apertura comercial. En 1920, más del 40% de su población sobrevivía con menos de un dólar al día. En el año 2000 -a falta de datos más recientes- dicho porcentaje se ha reducido a un 4%. Si lo analizamos a nivel regional, con datos del Banco Mundial y su informe del año 2002 sobre evolución histórica de la pobreza desde 1981, mientras que en Asia del Este y el Pacífico el porcentaje de población que sobrevivía con menos de dos dólares al día se ha reducido de un BRUTAL 84'8% de la población a un 40'7%. Aunque esa cifra de gente sigue siendo importante -países como Birmania, Vietnam o Camboya siguen oponiéndose cerrilmente a abrirse al comercio internacional aunque tímidamente los dos últimos hagan progresos en dicha dirección- es significativo ver cómo se ha reducido a la mitad, y si sólo realizamos la estadística con el porcentaje de gente con menos de un dólar al día, en 1981 existía un total de 57'7% de personas con menos de un dólar al día -el umbral establecido como pobreza extrema por la propia ONU- mientras que a fecha del 2002 el porcentaje se redujo hasta un 11'1%.

Por contra, la pobreza ha aumentado principalmente en países del África Subsahariana, precisamente aquellos que dilapidaron los cientos de miles de millones de dólares durante los cincuenta, sesenta y setenta hasta embarcarse en fratricidas guerras post-coloniales, sin favorecer la existencia de la seguridad jurídica -por no existir, no existe ni seguridad sobre la propia vida- y siendo los verdaderos paraísos de la corrupción mundial.

Y si hablamos de la propia distribución de la riqueza, no podemos evitar hablar de Corea del Sur. Desde 1980, este país del sudeste asiático se ha ido incorporando progresivamente al circuito internacional comercial con el resultado de especializarse en productos electrónicos y en la industria automovilística -ambas con un importante valor añadido potencial-. Así, en la década de los 70, Corea disfrutaba de un PIB per cápita aproximadamente de la mitad del que disfrutaba México -la época dorada del populismo del PRI-; país tradicional a ser incluido en el Primer Mundo. Treinta años después, en el año 2000, el PIB de Corea del Sur duplicaba al de México -siendo la economía mejicana unas de las que a mayor ritmo ha crecido en los últimos años, si bien hasta la NAFTA no se incorporó plenamente en las estructuras comerciales internacionales-. A datos del año presente, Corea del Sur disfruta de un PIB per cápita de 19.750$ mientras que, al contrario, México se estanca en los 8.478$ tras sus reticentes posturas respecto a la integración comercial regional.

Nada de esto, sin embargo, es posible defender sin un retorno a la globalización del Siglo XIX tan denostada por 'Anónimo'. En un estudio histórico observamos cómo las fronteras nacionales no adquieren su verdadero sentido de límite del tránsito humano hasta la Gran Guerra, en la que las disensiones económicas posteriores al brutal reordenamiento político y económico mundial no promovieron dicha visión de poner coto a las migraciones humanas. A lo largo del Siglo XIX, sin embargo, la exportación de mano de obra de Europa a regiones del Nuevo Mundo fue constante -algo que explica la elevación del nivel de vida del obrero europeo desde la segunda mitad del Siglo XIX-. Al contrario de lo que se piensa, ante la disminución en cerca de un 22% de la masa obrera europea en el Siglo XIX, los salarios aumentaron de forma muy significativa y ante el aumento de la productividad en el Nuevo Mundo, los salarios reales de los trabajadores emigrados pudieron sostenerse en un límite similar al aumento que gozaron los trabajadores europeos.

La globalización, entendida como libre tránsito de capitales en dirección Norte-Sur es insostenible a largo plazo -como no parece querer ver Anónimo, ciñiéndose a unas posturas meramente destructivas del sistema librecambista- en tanto no se liberalice, también -y progresivamente- el flujo de migraciones humanas y de productos en dirección Sur-Norte. Uno de los grandes males de la globalización actual -aún con algunos de sus beneficios descritos muy sucintamente- es el flujo de capital excedente de Europa hacia sus antiguas colonias mientras que éstas ya no poseen una reclamación efectiva de capital sino que, al contrario, desean exportar la mayor parte de manufacturas posibles y ampliar su mercado, tal y como hizo Europa a lo largo del Siglo XIX y primera mitad del Siglo XX.

En tanto que el flujo de personas, capitales y productos no se liberalice de forma indistinta en ambas direcciones, probablemente la Globalización siga reduciendo la pobreza en distintos frentes globales pero, a largo plazo, llegaremos a un nuevo 'crack' del sistema por la existencia inenarrable de una gran masa de pobres que se han quedado al margen de la globalización. Aquellos países que no se integren antes de que sea demasiado tarde en el tren de la globalización probablemente acaben como las reservas de salvajes descritas en 'Un Mundo Feliz' y, ¿acaso es ello conveniente para la propia globalización? Otro día hablamos, si queréis, de las posturas relativas a la pobreza y a las formas de salir de ella de aquellos países sin una ventaja comparativa clara.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Y al tercer día, resucitó

Nadie daba un duro ya por él cuando emergió de entre sus cenizas, cual ave fénix, para imponerse a los fariseos que descorchaban botellas de champán ante su fracaso más absoluto. Pero, obrando el milagro como lo hizo cuando Lázaro se levantó, ahora de nuevo está entre nosotros esperando a que, de una vez por todas, se construya sobre sus firmes cimientos.

El 'Bretton Woods II' se alza con la victoria del sentido común y de lo que se lleva exigiendo desde hace décadas por parte de los defensores de una globalización distinta a la que se estaba llevando hasta el momento; la globalización de la socialdemocracia, del proteccionismo brutal de los países desarrollados y de la defensa de los derechos superiores de los trabajadores de estos países frente a los de los países en desarrollo. En definitiva, la globalización de la élite proletaria y de la élite oligárquica, la globalización de los empresarios inútiles e incapaces de leer el mercado. (Pequeña aclaración: estos empresarios sí llevaban a cabo la contradicción fundamental del capitalismo rebatida eficazmente por Friedman y otros pensadores liberales).

La cumbre finaliza con dos conclusiones necesarias y complementarias: mayor supervisión del mercado -que no regulación- y una profundización en las tendencias establecidas en la Ronda de Doha que culminarán, si Dios quiere, con la implantación definitiva del libre comercio mundial. Los beneficios del libre comercio mundial y de sus ventajas comparativas han quedado desgranados, pero este beneficio tiene mucho que ver con la rebatida teoría de la contradicción interna del capitalismo. La idea fundamental esgrimida por keynesianos y marxistas en la misma dirección es que el capitalismo tiende a acumular la riqueza en unas pocas manos debido a la idea oligárquica del propio sistema. Los pensadores liberales de la segunda mitad del Siglo XX fueron capaces de rebatir el absurdo.

Para entendernos, la idea fundamental es que la intervención -en el caso keynesiano- y la sustitución del sistema es necesaria porque el sistema tiende, inherentemente, a que la riqueza se concentre en pocas manos y que, por tanto, el nivel adquisitivo de la población se va reduciendo al ínfimo posible necesario para la supervivencia -es sorprendente ver cómo se adopta a Ricardo por parte de los críticos, precisamente- y que por tanto el capitalismo sólo puede funcionar ayudando a ricos y oligarcas a seguir produciendo para sí mismos. A lo largo de la historia se ha demostrado que dicha afirmación es errónea. Fue Henry Ford el que diseñó un automóvil de una calidad bastante buena y de un precio adquisitivo, reduciendo costes al máximo posible y pagando generosamente a sus propios empleados. Esto se extrapola al comercio.

Es evidente que el libre comercio, si no se parte de una relativa igualdad de partida, puede generar desequilibrios temporales. Los trabajadores del Primer Mundo deberán olvidar su absurda defensa de ¿derechos? brutales a merced del proteccionismo brutal. Es el agricultor español cuyo líder espiritual es José Bové el que impide, con su PAC y su proteccionismo el que un agricultor marroquí pueda disfrutar de beneficios, de mejorar su nivel de vida y de mejorar su producción. Son las fronteras económicas -que deben comenzar a ser derribadas- y las fronteras nacionales -que deben también, a largo plazo, ser eliminadas- las que impiden ese progreso económico de PED y PND.

Las limosnas cerriles de la socialdemocracia no confluyen con un principio de liberalismo utilitarista: mayor bien posible para la mayor gente posible. Seguimos adoleciendo de posturas ortodoxas en temas de comercio, tremendamente influenciados por lo políticamente correcto del 'altermundismo' -¡como si yo no quisiese otra globalización marcadamente liberal y coherente!- y nos limitamos a debates ideológicos mientras día a día, año tras año, el proteccionismo se lleva por delante 200.000 millones de dólares, el triple de lo que el Primer Mundo destina a ayuda al desarrollo.

No nos podemos olvidar del papel del Estado en este nuevo mundo que se abre ante nustros ojos pero yo hoy tengo esperanza, tengo la esperanza de ver a lo largo de mi vida un país mundo, un país donde yo pueda colocar mi dinero donde me dé la real gana, comprar donde me dé la real gana y vender donde me dé la real gana sin tener que darle explicaciones a nadie que se cree con autoridad moral superior a mí. Tengo la esperanza de saber que todos estaremos vigilando que se cumplan las reglas del mercado y tengo esperanza de ver un mundo mejor.

Un último aviso a navegantes: "Quien renuncia a libertades fundamentales para ganar un poco de seguridad transitoria, no merece la libertad ni la seguridad." Benjamin Franklin.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Nuestra...propiedad

Aviso: la entrada de hoy es trascendental. Si había algún navegante habituado a soportar mi retórica oscura y pesada hablando sobre temas políticos y poniendo a caldo a este país, puede darle a "Atrás" en el navegador.

El otro día ocurrió que un amigo cometió la perfidia de ver cómo su preservativo se rompía en una relación sexual, ante el imperdonable error de no acudir a un centro de planificación familiar o a urgencias a solicitar la 'píldora del día después', tenemos ahora la cuestión de si próximamente tendré a un amigo padre o no. En ascuas estamos cuando me dio por reflexionar acerca de los hijos. La paternidad es bonita, pensaba. ¿Por qué no? Has cumplido el objetivo fundamental de esta vida, expandir tu semilla y estirpe en la especie. Al fin y al cabo somos animales.

Pero...pensaba cómo ser un buen padre. Habitualmente a esta edad achacamos a cualquier figura de autoridad multitud de defectos. Y entre los defectos habituales a esta edad nos encontramos con el que achacamos a la figura paterna -y materna, claro; pero empleo el término paterno para hablar de padres, indistintamente al género- destaca principalmente la imposición de normas y reglas. Rechazamos cualquier tipo de autoridad y de marco de sentido común más allá del que nos autodeterminamos a nosotros mismos. Somos, pues, el exponente del individualismo elevado a su máxima exponencia. Esta cuestión es bastante curiosa y me gustaría desarrollarla en futuras entradas.

La cuestión deriva en que realmente, adultos y adolescentes no nos solemos situar en la horizontalidad necesaria para un diálogo. La verticalidad y la idea de posesión de nuestros hijos impide, cada vez más, la recolección del diálogo intergeneracional. Arrastrando la concepción de paternidad de toda la Historia y de toda la Humanidad hemos adquirido el hábito de decir "mi hijo" y, al ser "mi hijo" tengo derecho a todo de él, a que me obedezca en absolutamente todo y que asuma todos mis valores, preceptos y gustos. Si es posible que "mi hijo" me salga tal cual yo quiero, cual burda copia de mí; seré feliz.

Esta concepción de la propiedad de nuestro hijo se manifiesta en multitud de aspectos cotidianos de nuestra vida. Nos escandalizamos al ver contenidos sexuales a las seis de la tarde, ignorando los contenidos violentos del telediario. Nos escandalizamos de que la juventud haga botellón, ignorando los precios a pagar en bares y discotecas -amén de la dudosa calidad alcohólica de las bebidas servidas-. Aspiramos a controlar, tutelar, dirigir a nuestros hijos sin solicitar, en la mayoría de casos; su mera opinión. En multitud de ocasiones los conflictos padres-hijos no se derivan de cuestiones fundamentales sino en cuestión de matices como horarios, amistades. En los casos que conozco, no se suele dudar de la autoridad paterna o de su importancia en el desarrollo de una etapa complicada de nuestra vida como es la adolescencia.

Este conflicto se extiende al instituto y a la concepción que políticos y dirigentes tienen de la juventud. La concepción dirigista se plasma en la ausencia de una verdadera motivación por hacernos libres. La clase política hace suyo el lema nazi de "el trabajo os hará libres" y nos encauza hacia una especie de matadero social que supone nuestra incorporación al mundo de adultos. La exigencia de responsabilidades y obligaciones propia de gente adulta y madura se contrapone, como no podría ser de otro modo, con la negación de derechos fundamentales y la cesión del ejercicio de los mismos a la benevolencia de la burocracia de turno.

En general, la juventud sigue siendo propiedad de nuestros mayores. Los altos puestos de la Administración, las finanzas y, en definitiva, los círculos del poder están copados por una gerontocracia que por honores y prebendas se reserva tales sillones. La juventud es, al contrario, la 'muchachada' joven e inexperta que jamás sabrá nada hasta convertirse en ese reducido círculo de gerontócratas.

En definitiva, rompamos las cadenas de la propiedad de nuestra moral y nuestro futuro. La juventud, la 'muchachada' no está en manos ni de sus tutores ni de sus dirigentes. Somos el futuro de cualquier país y sin nosotros, cualquiera se derrumbaría. ¿Qué necesitan, pues, para que nos oigan de una vez?

Quizás, sólo quizás; tener cabeza.

martes, 11 de noviembre de 2008

Pero...¿ha ganado Obama?

No sabía que había ganado alguien que supone la Anunciación del Cambio Histórico, del Mesías que convertiría el Imperio en un reino mágico y místico en el que todo el mundo podría echar mano de él para cualquier problema, por nimio que fuese. No, en realidad ha ganado el candidato del Partido Demócrata que, entre otras cosas, es negro. ¿Y bien? En sus primeras decisiones como Presidente electo que ha filtrado a la prensa se detectan algunos cambios como el de Guantánamo -sí, es algo bonito pero...¿de verdad afecta al mundo entero?- y cierta amplitud de miras a la hora de enfocar la victoria lograda.

El 'buenismo' español se enzarza en un debate de datos históricos que les sirvan para ponerse en sus nicks de MSN -juro que he visto nicks de MSN con "Obama: el Presidente más votado de la Historia de los Estados Unidos"- o para demostrar su superioridad moral al respecto de ese embate de la ultraderecha 'yankee' -entroncada, como no podía ser de otro modo, con esos pérfidos del Partido Popular- que era McCain. El jolgorio es absoluto, finalizaron ocho años de mandato de George W. Bush -y yo me alegro tanto como ellos, por distintos motivos- y al fin Zapatero tendrá las puertas de la Casa Blanca abiertas...o al menos eso se vende.

Pero seamos claros, tanto Obama como McCain no diferían tanto en sus propuestas sustanciales. Partido Demócrata y Partido Republicano son el máximo exponente del bipartidismo anglosajón y en cuestiones fundamentales hablamos de diferencias de matices, de diferencias en la forma de comunicarlo a la Nación americana y al resto del mundo. La victoria de Obama ha sido saludada desde todos los altavoces de la progresía cerril y desde ambientes izquierdistas. ¿Viva el proteccionismo brutal de la economía norteamericana? Hispanoamérica podrá seguir viendo vetado su libre comercio con la potencia del norte y, así el 'buenismo' tendrá sus excusas para achacar la pobreza del patio trasero al Imperio.

Con Obama tendremos más de lo mismo, otro JFK al que soportar su excelente oratoria y su gran márketing. ¿Cambiará el mundo? No, y con un poco de suerte -irónico, ¿eh? no se me echen al cuello-, quizás asesinen a Barak Obama y el progresismo cerril tenga otro icono al que echar mano y así, justificar su altar divino del 'todo debe cambiar para que no cambie nada'.

Ya lo dice 'De Frómista a Kyoto': "Don't blame me, I voted for Ron Paul".

lunes, 10 de noviembre de 2008

Dos más

Sí, siguen cayendo españoles en Afganistán. Dos españoles muertos a manos de esa "lucha contra el terrorismo" que en unos lados es lícita y en otros no lo es. Nunca fui partidario de la 'Guerra de Irak' que se ha demostrado ineficaz para combatir el peligro fundamentalista en Oriente Medio -sí me he mostrado muy crítico con las sucesivas mentiras vertidas sobre el PP y su decisión- pero, la hipocresía con la que se afronta la 'Guerra de Afganistán' sigue siendo sangrante.

¿Hasta cuándo seguiremos soportando la incompetencia de nuestros gobernantes?

martes, 28 de octubre de 2008

El otoño

Qué decir, de ese señor, que llega sin avisar, cuando menos te lo esperas. Qué decir, de ese caballero que desnuda a las mujeres despacio, sin prisa pero sin pausa hasta que te las encuentras inermes, indefensas. Se caen sus vestidos y los pisoteas, como en una noche de pasión al avanzar hacia la cama.

Y es que, ¿qué tendrá el otoño que inspira a los poetas y a los políticos? La creación literaria se multiplica en épocas como la primavera y el otoño, por la anticipación del verano la primera y por la despedida de la alegría estival en el segundo. Optimismo y melancolía a partes iguales. Sin embargo, no sólo a los literatos de la Patria se les hincha el corazón de orgullo e inspiración sino también a los juglares, a los mensajeros de las buenas nuevas. El Bardo Real comienza su andadura por el mundo rico mendigando que su vestido, hecho por los restos del antiguo inquilino monclovita, no sea vean definitivamente rasgados por el ridículo y el descrédito internacional. Sin embargo, en vez de congraciarse con el otoño y su reinado de varios meses, se centra en enemistarse con él, en desprestigiarle, en atacarle para después, resurgir de sus cenizas convertido en el ciego del Lazarillo de Tormes. Inepto pero astuto, logra salir adelante en su feudo mientras que los nobles que no conocen al Bardo Real se mantienen escépticos.

La poesía se refunda en el día a día, con nuevas creaciones. El capitalismo, pocas veces. La retórica, la oratoria y el lenguaje literario pueden ser practicados todos los días, bajo el anonimato que nos ofrece Internet y, más íntima y tradicionalmente, en un diario personal. Las grandes cumbres, la pomposidad decimonónica y la voz sólo se escuchan en un momento dado, no pueden ser realizadas 'a posteriori' con igual senectud y realismo como con el que se lee un poema, un relato o se asiste a una obra de teatro.

Invocar el 'progresismo' -y que este hombre hable de progresismo cuando hace apenas tres meses negaba la crisis- para acudir a una cumbre en la que la mayoría de jefes de Estado es de signo conservador -o pertenece a partidos con alas conservadoras- es, ciertamente, una táctica magistral de hacer valer la voz de España en el mundo. Para nada invocaremos nuestro peso político en Hispanoamérica, la importancia de bancos como el BSCH o nuestro peso en misiones internacionales de paz desde la Guerra de Yugoslavia. No, señores; como las hojas, desnudaremos las mujeres que fueron símbolo del poder español. Como los árboles, lloraremos al descomponer el 'fasces' de la seguridad en nosotros mismos a manos de este impresentable Catilina. Lamentaremos, como otras tantas veces, la insignificancia del papel de España en la escena internacional.

Tales ceremonias suelen ser, habitualmente, lugares de reunión de la élite política para discutir sobre problemas abstractos, alejados de la base ciudadana. Tales ceremonias suponen, también habitualmente, sacar ciertas conclusiones y proyectos a muy largo plazo de los cuales dependen cientos de millones de humanos. Llegado el caso de que estemos asistiendo a un Bretton Woods II, España, sea con poderío o con debilidad -recordemos la infausta foto del Bardo Real absolutamente solitario en la última cumbre de la OTAN- debe estar allí. Debe ondear la bandera española en Nueva York, reconociendo así la importancia geopolítica de nuestro país, tristemente dilapidada por el Señor de la Sonrisa y el 'buenismo'.

El Bardo se la juega a "todo o nada". Con el pábulo que periódicos y televisiones dan a la intención zapateril -respaldada por toda la ciudadanía que aspira a que España pinte algo realmente en este mundo que se globalizará sí o sí-, el triunfo es ya más que un mero logro político. Se convierte, ahora, en una prueba para los poetas que durante tantos años han estado escribiendo coplas de ritmo fácil y, cuando es necesario componer un gran soneto histórico, son como humanos ante esta Torre de Babel que supone la diplomacia internacional.

-----------------------------------------------------------------------------------

Dos aclaraciones sobre la entrada de ayer:

1) No estoy en contra de la huelga ni cargué contra ese derecho que considero fundamental en cualquier democracia que se precie. Kaneda, según parece, malinterpretó el motivo del 'post'. Lo cierto es que la huelga es entendida en este país como una lucha a muerte, de gritos, pancartas y violencia callejera desatada por la comprensible frustración ante la posible pérdida del puesto de trabajo. Eso, como yo criticaba, no supone ningún coste al empresario. La producción de 'stocks', acumulación de horas trabajadas y el consumo de materias primas supone un incremento de gastos al empresario que fuerza a renegociar despidos, encontrar salidas pactadas y, de paso, ahorra a la sociedad pública la vergüenza de ver a los chupópteros sindicales liderar a masas adormecidas por un discurso populista.

2) Sí he visto 'Los lunes al Sol' y la escena en la que los parados que permanecen una y otra vez en el bareto de mala muerte lamentándose de la suerte que han corrido, discuten con el guardia jurado que ha encontrado trabajo; es determinante en el mensaje que lanza la película. Conviene reflexionar más allá de la evidente reivindicación social de la película por Cándido y Morala, tema que da mucho de qué hablar.

Buenas tardes.

lunes, 27 de octubre de 2008

Idiosincrasia española (I): La huelga

Es cierto, el título del post parece el de algún ensayo antropológico de millones de páginas que hacen los sociólogos y los antropólogos para que sean leídos por otros sociólogos y otros antropólogos. Pero no. Lo cierto es que hoy comenzaba a desvariar mientras mojaba la galleta en el café y luego el desvarío alcanzaba su cénit en Literatura. El detonante: la voz -odiada- de Carles Francino hablando sobre el conflicto de la Nissan y amplificado por la incapacidad lectora de Carlos Elordi -¿cuándo enseñarán a ese señor a leer correctamente?-. En ese instante no tenía conciencia de lo que iba a desencadenar pues mi máxima preocupación era, en ese instante, que no se me partiese la galleta mientras la mojaba.

Cuando la galleta ya había sido digerida y estaba yo en un momento supremo de relajamiento muscular y ocular -lo que comúnmente se llama 'estar empanado'- saltó la chispa. En ese momento volvían a mí las voces radiofónicas, la Cadena SER resonaba en mi cerebro y yo simplemente asimilaba la información, la daba mil vueltas, una y otra vez hasta que, ¡chas! Surgió la crítica: ¡qué putos llorones somos los españoles!

En nuestra Historia reciente hemos sido una Nación acomplejada, triste y sumida en el caos desde hace más de un siglo. Incapaces de aprovechar nuestro potencial, nos circunscribimos al más puro lamento y lamemos nuestras heridas sin buscar una salida, sin buscar un lugar donde hincar una huella que resista el paso de épocas como el mármol romano. En lugar de buscar nuestra meta vital, asistimos a la expansión de ese pesimismo vital que azota a este país desde el desastre del 98 -ah, Sagasta, padre de tantos males- y que culmina con el huelguismo y la falaz crítica a toda postura disidente de la cual. Me explico.

No hemos asistido a huelgas con un propósito constructivo desde 1993, con todo un país a punto de derrumbarse, escándalos de corrupción por doquier y robos en las más altas esferas del Estado -y aún así tuvimos que esperar tres años más a que ello se enderezase de una vez por todas-. Tras la época de vacas gordas, en la que la huelga más importante fue el enorme ridículo de 'ugetistas' y 'comisionados', asistimos a nuevas revoluciones entre las que destaca la huelga de Delphi -razonable, por motivo del cierre de la empresa y las ansias de los trabajadores de continuar la producción aunque fuese por su cuenta y riesgo- y, ahora, la de Nissan; mucho más hilarante y descorazonadora para el futuro de la masa laboral española, en la que predomina el absentismo -la picardía española- y la facilidad para dejar de acudir al trabajo bajo la excusa de la huelga.

Hay que soportar que denigrantes películas como 'Los lunes al Sol' -no pongo en duda las cualidades artísticas de los actores involucrados, sino el mensaje que desprende la película- se conviertan en referentes del huelguismo, del criticismo social y del populismo de la clase política. Ah, la huelga. Fenómeno reivindicativo que se convierte, en el 90% de los casos, en un acto de una masa violenta y azuzada por los chupópteros sindicales que no ven peligrar su sueldo. Siempre quedará bien hacerse la foto con Chaves, firmar morralla legislativa y olvidar al trabajador. La masa sindical y cerril de la izquierda 'transformadora' de este país huele a kilómetros. Como decía; Nissan.

Salimos a la calle. Pancarteamos. Gritamos contra el empresario y contra el Gobierno. Después, si podemos, romperemos unas cuantas papeleras y farolas. Si vemos que estamos aburridos, ¿por qué no quemar unos cuantos contenedores? Después, a casita a lamentarnos, a cagarnos en todo el que nos critique y a seguir lamiéndonos las heridas. Resultado: la reivindicación se ve manchada por actos violentos, los despidos siguen adelante y nadie sale ganando. Ahora, reflexionemos.

Frente a esa visión dignificadora del quedarse un lunes tumbado en un banco mirando cómo amanece, vituperando lo que no nos gusta; no me canso de recordar nunca 'Pursuit of Happyness(sic)". La contraposición de los dos puntos de vista va más allá de la mera utopía que supone la segunda para algunos. No dudo del realismo de ambas. No dudo que, tanto una como otra, reflejan la realidad de países como España y EEUU respectivamente. He ahí la cuestión fundamental. ¿El 'sueño americano' no existe? Probablemente no. La iniciativa, la capacidad para sobreponerse a los males y salir adelante; sí. Digo todo esto porque el reciclaje profesional en España brilla por su ausencia y el civismo, sensatez y sentido común en las huelgas de este país es igual a cero.

Los sindicatos de este país se dejan llevar por la sedicente ansia de salir en el telediario, obtener, como digo, una foto con la autoridad política competente y pasar a otros temas. El trabajador, ausente, asiente con lo que se le diga desde la masa y desde aquellos 'illuminati' que suponen la vanguardia del proletariado -los cerdos de 'Revolución en la Granja'- y no piensa en nada más. Sin embargo, ¿qué es lo que más duele a una empresa? ¿Qué es lo que supone una mayor presión a una empresa? El 'stock', la imposibilidad de dar salida a sus productos, el gasto en materiales. En definitiva, una huelga de productividad.

Sé que soy un iluso, sobre todo proponer que se sea más productivo de lo habitual y se produzca un problema de almacenaje -los gurús de la izquierda cerril suelen obviar los costes de almacenaje y producción más allá de los costes salariales- que le cueste a la empresa más que el finiquito que deba de pagar a los trabajadores despedidos. En el país de la improductividad, en el país del 'uno trabaja y cuatro miran' proponer esto es sinónimo de opresor capitalista y vil esquirol.

¿Cuándo aprenderemos que no el que más grita lleva la razón y gana, sino que es el que más sentido común posee y mejor juega sus cartas el que acaba llevándose la mano?

Thomas Carlyle, ensayista e historiador británico dijo: "Es un error esencial considerar la violencia como una fuerza". Aquí llevamos dos siglos de retraso.

Buenas tardes.

domingo, 26 de octubre de 2008

Ser de izquierdas y no morir en el intento

Me hace mucha gracia que, cuando escribí la anterior entrada y me confesase de izquierdas -a partir de esa idea del neoprogresismo de la que tendremos que hablar en posteriores entradas-, recibiese varios comentarios de conocidos: "eh tío, que por fin te has pasado al PSOE, si es que ya sabía yo que eras un rojillo". Similares y demás que, realmente me dejaban callado, sin saber qué decir. ¿A tal grado de dogmatización hemos llegado?

Surgen muchos malentendidos, muchos dogmas a partir de un momento en el que te declaras "de izquierdas". Parece que hayas de asumir que "las derechas" quieren robarte más y más, que "el centro" no existe y que son derechistas camuflados y que, por supuesto, tus gurús ideológicos hayan de ser los de la ambigüedad, el 'buenismo' y los de lo políticamente correcto. Parece que, al ser de izquierdas, tengas que asumir que 'la paridad' es obligada, que la Historia está para ser reescrita a mayor gloria de la simpatía y la sonrisa fácil. En definitiva, tienes que asumir que tus gurús culturales son el Gremio de Actores de este país, que tu referente económico es cualquiera que le pique a EEUU en sus partes y que, por supuesto, tu argumentación debe ceñirse a la verborrea.

Sin embargo, ser "de izquierdas" es algo más allá de eso. No hablo, evidentemente, de la 'extrema izquierda' -commies, anarquistas, elementos varios- pero sí de esa tendencia emocional de las personas a preocuparse por los problemas de su alrededor, analizarlos y buscar una solución innovadora al problema. Me refiero al ser progresista, racional, pragmático y realista. Para los que piensen que esto es incompatible con cualquier principio del liberalismo recomiendo leer a Adam Smith y su 'Teoría de los sentimientos morales'. La gran obra desconocida de Smith y que constituye base fundamental de su teoría práctica del liberalismo, base de pensadores como Stuart Mill que, en ningún caso, se asemejan a posibles teorías socialistas utópicas contemporáneas a la época.

Ser de izquierdas implica esa racionalidad, esa búsqueda de progreso en el análisis de nuevas teorías a los problemas políticos que tienen las sociedades modernas. Ser de izquierdas supone una aceptación realista de la situación en la que vivimos. Ser de izquierdas, supone, en definitiva, poseer capacidad crítica suficiente como para desmarcarse de dogmas impuestos por instituciones -físicas o abstractas- en nuestra mentalidad, indistintamente de que sea a favor o en contra del sistema en el que nos movemos.

Yo, que me considero un firme defensor del capitalismo, del liberalismo y del libre mercado; soy de izquierdas. Porque considero que, con la crítica y el raciocinio podemos llegar a mejorar este mundo que tenemos entre manos. Las deformaciones del conservadurismo, anquilosado en la mayor parte del sur de Europa en las élites oligárquicas, impiden el pleno desarrollo de ese liberalismo esbozado por Smith no sólo en su archiconocida obra, 'La Riqueza de las Naciones' sino en la ya mencionada 'Teoría de los Sentimientos'. Desarrollada posteriormente por pensadores como Malthus -importantísimo-, Ricardo -fundamental para la teoría económica clásica- y, de forma quizás más filosófica pero también aplicada, por Stuart Mill. Sin embargo, no pretendo convertir esto en una entrada laudatoria de los clásicos liberales.

La cuestión era disertar sobre la situación de la izquierda racional en este país. Tan en boga y tan en declive a la vez, viéndose erróneamente identificada por el partido de los ladrones, los demagogos y la verborrea populista: el PSOE. Y es que ser de izquierdas no es un dogma, no es aceptar, como decía antes, preceptos fundamentales que deban guiar tu existencia en todos y cada uno de los aspectos de tu vida. Ser de izquierdas es una actitud, una actitud crítica y constructiva para con los que te rodean y para con la sociedad. Es ser abierto, tolerante y severo a la vez, tener los pies en la tierra y saber aplicar las soluciones adecuadas a los problemas adecuados.

Ser de izquierdas es, en suma, la capacidad que poseemos los seres humanos para olvidarnos del discurso fácil del antisistema decimonónico, para abjurar de las justificaciones sobrenaturales de la sociedad, para rechazar a aquellos que pretenden sembrar el pesimismo por toda la sociedad y cubrirla de un manto de grisácea indiferencia.

Como decía Churchill: 'Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad; un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad'.

Buenas tardes.

lunes, 20 de octubre de 2008

Soy un converso

Muchos días sin escribir. Reflexionando mucho sobre política, sobre qué hacer y estimulado por todas las noticias que inundan los telediarios. Pero algo me sorprendió hace unos días: Neoprog.

Pocos son los que leen este blog -y yo no contribuyo a ello, en verdad- y quizás hayan cogido un concepto de mí bastante gore. Tengamos en cuenta que estoy afiliado a NNGG y que en ocasiones soy lector asiduo de RedLiberal -de los orcos pululantes pseudo-liberales no, de verdad- pues tenemos el historial ideal para que diversos 'hooligans', si este blog fuese lo suficientemente leído, lo inundasen de diversos piropos: fascista, mentiroso, antidemócrata, en fin. La retahíla habitual. Por suerte sólo un decimonónico marxista se ha atrevido a dar algo de cera en mis esporádicas entradas. Se agradece.

Pero hoy asisto a la redención de un culto que llega a su fin y, no sin cierto miedo, doy un paso adelante. Me convierto en un renegado, en un renegado de la palabrería ambigua y del liberalismo derechil. Reniego del centrismo. Reniego del conservadurismo social -abandonado ya hace tiempo-. Reniego del populismo. Reniego de los parches. Reniego de tener que defender cosas indefendibles. Si, en atención a mis ideas, he de declararme "de izquierdas", creo que es hora de hacerlo. Si, en atención a mis ideas, he de declararme "progresista", creo que es hora también de dar el paso. Neoprogresismo.

Llevaba tiempo reflexionando acerca de cómo enfocar esa preocupación del liberalismo por la sociedad, basándose, indistintamente, en el egoísmo natural y en el ulterior bien común. De cómo reflejar lo mismo en una teoría económica. De cómo exorcizar el monstruo latente de la incomprensión del liberalismo; raíz principal de la cultura europea desde el Siglo XVIII. Llevaba tiempo, en definitiva, reflexionando acerca de la problemática social y pensando sobre los tópicos comunes del capitalismo y el liberalismo inculcados, a fuego, en esta sociedad. Al final encontré la respuesta: izquierda.

No hablo de la izquierda populista ni demagógica -PSOE- ni de la izquierda irracional y anquilosada -IU/PCE y similares-. ¿Hablo de UPD y su ambigüedad? ¿Quizás del CDL? ¿O quizás hablo de una nueva utopía nacida en Internet y sin un cierto respaldo en la sociedad?

Realmente yo no tengo a mi alcance los recursos intelectuales y literarios suficientes como para expresar, con la suficiente claridad, qué es exactamente el neoprogresismo. Me limitaré a enlazaros Citoyen, cuya lectura recomiendo y terminar con un contundente: Sí, me he convertido al neoprogresismo.

Quo Vadis?

viernes, 10 de octubre de 2008

Metro. País (punto final).

Ayer desbarraba sobre este país, sobre la decadencia de nuestra Nación, de nuestro pueblo, de nuestro acervo cultural hundido en la miseria del pesimismo, la crítica destructiva y el odio al emprendedor. La muerte de la iniciativa, del individuo. ¡Es la muerte de la luz!

Personas que desbarran, que critican, que toman una copa de más para ahogar su desesperación, para derrumbar su propia infelicidad por la falta de metas vitales colmadas. Personas que culpan a la sociedad de su propio fracaso, incapaces de autoexaminarse y de ejercer una conciencia crítica sobre la sociedad, y sobre sí mismos.

La sociedad es culpable de todo, la sociedad está dominada por el capitalismo. El capitalismo es culpable. "J'accuse" versión española, versión pesimista. El acabóse de la prosperidad y el sistema.

No hay nada que sentir, no hay nada que construir. No sentimos, no conectamos. El país, la sociedad, todo nos mata, todo nos perjudica. Capitalismo, metro, país.

Nos abocamos al fracaso del hombre, del individuo y de la comunidad. Asoma de nuevo el fantasma del igualitarismo, la mediocridad y lo gris. ¿Hemos hecho algo?

País.

jueves, 9 de octubre de 2008

NNGG, país y punto (aparte)

Estoy profundamente decepcionado con este país, con sus gobernantes, con su oposición, con su sociedad decimonónica, con un país de barriga, ocio, charanga, pandereta, pinchito y olé. Verborrea, superficialidad, pedantería ilustrada, tópicos, insulto y tan feliz. Por mis cojones, porque yo mando, porque es así, porque tenemos que guardar las apariencias. Cristianos viejos, pureza de sangre, burguesía atrasada, retraso respecto a Europa, cainismo, conservadurismo. Temor.

No me he equivocado. Hoy tocaba hablar de Nuevas Generaciones -en realidad tocaba anteayer- pero también toca hablar de nuestro país, de España. Nos guste o no, Nuevas Generaciones, la 'muchachada' pepera pertenece a este país y como tal, posee sus tantas virtudes -se me ha olvidado decir que amo ser español, es una tortura placentera- como sus tantos defectos. El primero y más importante, el de que las cosas se hacen "porque lo digo yo". El "porquesí" de la niñez precoz. No es esta una organización horizontal, en la que todos contemos, en la que exista un líder nacional -ni siquiera regional- que sirva de referente, de faro. No existe una personalidad joven de referencia entre la juventud 'popular' que aglutine en torno a él valores como la humildad, la excelencia y las virtudes políticas. Más al contrario, la organización se centra en ser nido de cobayas de las políticas del Partido -sí, escrito en mayúscula al estilo de '1984'-, en someterse a labores de proselitismo cerrado -sin debate abierto en el seno o en el exterior- y, más grisáceamente, en organizar odas al líder, cruzadas antisocialistas, ritos demagógicos. Realmente, la política dejó de ser política hace mucho tiempo. Sin embargo, no podemos dejar de tener la ilusión de cambiar este mundo desde dentro, no podemos dejar de insistir para derribar las murallas de una Antioquía que resiste cruel y brutal.

Desgraciadamente, el color gris invade el resto de partidos políticos, que toman a la juventud no como un activo dinámico y con potencial sino como unos meros peones, sacrificables en cualquier momento. Somos la carne de cañón de los partidos políticos, los que han de difundir el mensaje en la calle, atragantándose con la amarga respuesta, henchidos de orgullo al recibir una sonrisa y una palabra amable. Política. País.

Hoy, cuando paseaba por la calle, he visto una estampa ya común y casi integrada en el espacio urbano. Un hombre de aspecto sucio, de ropas ciertamente normales, acudía con un carrito de la compra al que parece ser su supermercado diario: el cubo de la basura. Todas las mañanas nos desayunamos con grandes cifras que parecen anunciar el fin del mundo, del país, de todo lo que conocemos. Tertulianos de profesión -recomiendo leer 'El Hijo Rojo' y su entrada de hoy sobre tertulianos, pese a ser del palo comunista- nos anuncian las hecatombes mundiales que pondrán fin al capitalismo brutal, las siete plagas bíblicas que acabarán con este mundo del neoliberalismo -¿con Estados cada vez más abultados?- e instaurarán el reino en la tierra del 'buenismo'. Sin embargo, la realidad es más cruda.

Como si de 1984 se tratase, las grandes cifras macroeconómicas y la 'Champions League' de las economías europeas no ocultan una situación gravísima: gentes que deben rebuscar entre la basura, los desperdicios de sus semejantes para poder mantenerse. No sale en las noticias, no realizan los grandes partidos políticos debates políticos sobre cómo ayudar a esa persona, a ese ciudadano que vale igual o más que cada uno que nosotros, a que salga de esa horrenda situación.

Mientras tanto, nuestro Presidente -mañana le toca recibir a él- se dedica a salvar bancos -¿pero no estábamos preparados contra la crisis?- a golpe de talonario. Y el resto hemos venido a aplaudir. "Espero un sí sin peros y sin condiciones"; yo aún tengo apego a mi Razón.

País y .

lunes, 6 de octubre de 2008

Güemes "El Hermoso" y Madrid

Con las licencias históricas pertinentes, bajo el anonimato del blog -pretendido, aunque no cierto- y con mucho conocimiento de lo que ocurre en el seno del feudo de Güemes "El Hermoso", me dispongo a hablar de la toma de Madrid por las fuerzas del "negocio", el oportunismo y la desfachatez.

Güemes "El Hermoso", casado -metafóricamente, sus relaciones pican más alto con la "Mediterraneum Connection"- con Lady Stone, desembarcó en ese matrimonio de conveniencia en el 2004, cuando fue nombrado Consejero de Empleo y Mujer. No obstante, el post de hoy se centra en preguntarnos por qué, por qué Lady Stone manda a gente capaz a ese puesto, más parecido a un acantilado escarpado que a un cómodo sillón de cuero, en el que se ha convertido la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Este hombre, licenciado en Ciencias Empresariales por la Complutense no ha tenido otra ocurrencia que abrir la veda del negocio en la sanidad pública madrileña. Sanidad saturada, cercana al colapso y que, tras la supresión prevista en los Presupuestos Generales del Estado de las "entidades colaboradoras" estará aún más masificada. "El Hermoso" comienza su travesía hacia la capital de un imperio que se está gestando, Madrid, y comienza a repartir dádivas entre nobles que pudieren serle afines. Nada mejor que abrir al negocio lo que debiera ser una de las dos vacas sagradas de cualquier reino que se precie: sanidad y educación.

Nadie dice que no se invierta en Sanidad. Bueno, sí hay quien lo dice, los fernandinos que ven cómo su poder se ve desplazado hacia sus feudos tradicionales y ven cómo la capital imperial cae en manos de la nobleza filoflamenca, sin embargo, algo funciona mal en la Sanidad de Madrid. Masificaciones, descontento, saturación del personal, etc. ¿Por qué no se renueva a los médicos interinos? ¿Por qué no se convocan nuevas plazas para personal sanitario? ¿Por qué los nuevos hospitales permanecen aún con cierto caos casi siete meses después de su inauguración?

La culpa no es del pueblo llano que, ignorante, acude antes a urgencias que al ambulatorio -donde al campesino le desviarán a urgencias igualmente-, la culpa no es de un personal médico sobrecargado y saturado -aunque este tema daría mucho que hablar, si queréis lo tratamos en cualquier momento- y, mucho menos, la culpa es de falta de inversión. Madrid es la Comunidad Autónoma que más dinero invierte en la sanidad ergo, ¿dónde está el truco?

Evidentemente, en esa filia por lo privado, por desmantelar el tejido público -sea cual sea- de nuestra región, a cualquier precio y por principio universal. Los ayudantes de cámara de Lady Stone y "El Bello" quizás se formaron en alguna preciadísima y honorabilísima universidad extranjera, poseen preciosos títulos académicos y sean unos excelentes ilustrados sobre la economía de nuestra pequeña región, sin embargo, no alcanzaron a comprender las esencias del liberalismo que se dice defender.

Madrid, pionera en reconocer libertades que otros toman por "políticas reaccionarias" de forma cínica y absurda, no puede ser menos en reconocer ya no sólo una libertad -la de elegir la sanidad que queremos- sino la de reconocer un derecho: el poseer una sanidad pública de primer nivel. La sanidad pública, por universal, debe gozar de toda la protección de la Comunidad y del Estado porque, atendiendo a la filosofía de John Stuart Mill -primera pero no última vez que lo menciono en el blog- el liberalismo tiene, como una de sus misiones fundamentales la de expandir la mayor felicidad posible al mayor número posible de personas. Dicho esto, la sanidad pública debe recibir un impulso de respaldo y espaldarazo a sus profesionales. El incesante goteo de apoyo a lo privado, abriéndose a la inversión privada en un mundo donde debe primar la calidad del servicio a la reducción de costes, debe finalizar. Madrid debe dar ejemplo, Madrid debe dar libertad y oportunidades de negocio -no obstaculizando la apertura de centros sanitarios privados, por ejemplo- a los empresarios interesados. No a costa de la profesionalidad y empeño de los vasallos médicos del Reino.

Cientos de profesores de religión en las escuelas suponen un gasto supérfluo -la religión, a los templos-, Telemadrid supone un gasto supérfluo, agencias que proliferan por doquier en la Administración madrileña, solapándose con la Administración General del Estado suponen un gasto supérfluo. Ahorremos en otros campos. Desmantelar el sistema educativo público y desarticular la financiación pública de nuestra sanidad, no lo toleremos.

Y siempre recordemos a Abraham Lincoln: "Hay momentos en la vida de todo político en que lo mejor que puede hacerse es no despegar los labios".

PD: Mañana, Nuevas Generaciones. Carnaza asegurada.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Hoy, a la espera

De que EEUU sea cabal

lunes, 29 de septiembre de 2008

Socializar pérdidas: distorsionar el mercado

El liberalismo tiembla, de nuevo por las afiladas manos de aquel que siempre lo amenaza, que le tiene en permanente vilo y que cuando se despierta, aspira a expulsar del trono al sistema que más libertad y prosperidad ha garantizado a la Humanidad. No hablamos del socialismo, no hablamos del comunismo o la huelga general simbolizada por Jack London en su libro. Hablamos del Estado y sus continuas intervenciones en el mercado, con sus nacionalizaciones, su alteración en el precio del dinero de forma absolutamente arbitraria -fomentando burbujas especulativas- y, en definitiva, eliminando cualquier componente de riesgo en el mercado para seguir lucrando a los oligopolios semi-estatales y seguir ofreciendo una razón de ser a la siempre en crecimiento burocracia.

Durante estos días nos desayunábamos y cenábamos con noticias de Wall Street, estúpidamente amplificadas por los medios de comunicación que infunden, de forma efectista y sensacionalista un sentimiento de angustia en los mercados. En muchas ocasiones, con poca o nula información. Esta angustia en los mercados afecta a los pequeños inversores y a pequeños y medianos bancos, sobre todo de inversión, que ven cómo sus clientes abandonan la confianza prestada en ellos y las agencias de calificación -empresas que se dedican exclusivamente a puntuar a las empresas que cotizan en Bolsa para recomendar o desaconsejar su compra y que influyen de forma muy importante también en el mercado- inician la senda de la rebaja generalizada de recomendaciones a bancos y fondos de inversión. En definitiva, las Bolsas comienzan una espiral descendente que contagia a otras empresas con nula relación con los bancos o con la burbuja especulativa inmobiliaria o financiera.

El problema está cuando esa espiral depresiva -por bajada generalizada de las cotizaciones- se lleva a los bancos por delante. Evidentemente, los ciudadanos que poseen sus ahorros en dichos bancos y diversos activos en empresas que el banco poseyese a través de bonos emitidos por otras empresas o por diversas instituciones públicas -caso del Ayuntamiento de Madrid en Lehmann Brothers, por ejemplo- no tienen por qué pagar los riesgos asumidos por los accionistas y directivos de la empresa. Es ahí donde entra el Estado y donde falla el mismo: socializa pérdidas, no sostiene activos.

A juicio de un liberal, el que no asume riesgos no obtiene ganancias pero tampoco tiene pérdidas. El Estado, como árbitro del mercado y garante de las relaciones contractuales y derechos de consumidores y productores, debe garantizar a los millones de ahorradores de los bancos comerciales el percibir, íntegramente, su dinero depositado en el banco. Esa es su misión, sin embargo, a los miles de accionistas que implícitamente asumieron un riesgo, el Estado no debe garantizarles en absoluto la pervivencia de sus títulos ni garantizar ganancias o, al menos, sostener precios. El Estado, en ningún momento puede distorsionar el mercado y eliminar el riesgo que el capitalismo posee intrínsecamente a su existencia.

Las grandes empresas y bancos de inversión se han enriquecido a lo largo de estos años de burbuja especulativa y el Estado, así como los accionistas, han obtenido cuantiosas plusvalías. El mercado posee estos beneficios y, hasta ahí nadie debe entrometerse. Ahora, cuando llega un momento de decadencia, los inversores deben asumir el riesgo de perder su inversión. El capitalismo recompensa a quienes tienen la astucia en el mercado y no a quienes pierden. No hablamos de ruletas ni de azares, hablamos de negocios e inteligencia.

Keynes fue el padre del paternalismo estatista, de la subvención por doquier y las nacionalizaciones ruinosas. Es el momento de que la sociedad asuma que no siempre se gana, que a veces se pierde y que sólo los que de verdad se lo merecen pueden ganar.

Mañana, EEUU.

La cita de hoy: Goethe: "El hombre yerra tanto como lucha".