lunes, 29 de diciembre de 2008

Tradición anglosajona vs tradición latino-católica

He de confesar que nunca había pensado en esta variable socio-cultural hasta que El Hijo Rojo comenzó a usarla en alguno de sus comentarios. Hasta entonces no le di demasiada importancia al hecho religioso más allá de algunos comentarios superficiales en la Historia del instituto y, de hecho, ni siquiera conocía las teorías de Max Webber sobre religión y mundo económico; y aunque de sustrato marxista, reconozco que poseen gran parte de razón.

También confieso que hoy cuando he abierto los ojos en mi cama me ha venido la inspiración para escribir esta entrada en el blog. Me he dado cuenta de que preferiría estar abriendo los ojos en NYC, viendo un día lluvioso o borrascoso; que me gustaría estar dando la bienvenida al día en un frío piso londinense mientras el viento se cuela por la rendija de la ventana. Puede parecer una tontería, pero a partir de esa apetencia que me sobrevenía a tan tempranas horas he empezado a darle vueltas al asunto: ¿por qué de vez en cuando me azotan sentimientos de "desesperación" y desasosiego al respecto de este país? Uno, que es liberal y siente al individuo como base fundamental de todo concepto social a veces no comprende la sociedad en la que vive.

Yo no provengo de un ambiente muy anglófilo -probablemente si les preguntase si son anglófilos se quedarían con cara de circunstancias- ni muy tolerante y/o abierto. Más bien al contrario, mi entorno familiar más directo; mis padres, son netamente 'clase media conservadora'. Luego recibo otras influencias más abiertas, sí, pero; ¿qué son esas frente a la influencia paterna innegable? Haberse criado en un ambiente donde desde pequeño vi gusto y adoración por José María Aznar -en casa, Chemari- pues realmente me ha influido, claro. Ahora bien, cuando despierto del letargo paternal y descubro la vida en sociedad, cada vez más me alejo de mis influencias y me pregunto por qué progreso a liberal en una sociedad latino-católica de tradición colectivista, estatista y absolutamente paternalista.

En contraposición a esa cosmovisión de influencia católica y universalista nos encontramos la tradición anglosajona donde el individuo y la visión íntima de la sociedad han poseído mayor arraigo que en la mitad meridional del continente europeo. La Iglesia Católica, si bien en un momento se convirtió en refugio de cultura, artistas y progreso evolucionó posteriormente a un gigante inamovible que frenaba el progreso social, científico y técnico. En Italia con la pervivencia de los Estados Pontificios -hasta bien entrado el Siglo XIX- y en España con la inundación de todos los estamentos de la sociedad de ese aura santurrón, beato y ultracatólico. Baste observar cómo en nuestra primera Constitución liberal, teóricamente radicalmente liberal, se establece la confesionalidad del Estado. Baste ver la avanzadilla del mundo aglosajón en este aspecto echando un vistazo a la situación de la religión en Inglaterra. A pesar de la promulgación de la 'Blasphemy Act' en 1698, que establecía una serie de penas de prisión para aquellos que, teniendo la religión cristiana, denegasen la existencia de la Santa Trinidad, la del mismo Dios o no consideraran a la Biblia como fuente divina de autoridad.

A pesar de esta ley, dirigida contra unitaristas y deístas a partir del Siglo XVIII, las controversias a lo largo del Siglo XVI en materia de tolerancia religiosa y la puntilla final, con la sentencia de 1729 en 'el Rey contra Woolston' que declara que los asuntos espirituales no son de incumbencia de los tribunales terrenales; en el Reino Unido, ya en el Siglo XVIII, la tolerancia religiosa se extiende gracias al sistema legal británico, que emite variadas sentencias en línea de la heterodoxia religiosa frente a la ortodoxia legal, por lo que está ley raramente se aplicó. En este sentido, con décadas de adelanto a la Ilustración francesa y con un par de siglos de adelanto a nuestro propio país, el mundo anglosajón se ponía a la cabeza en tolerancia y respeto de derechos individuales. Si además del respeto al individuo le añadimos la propia consideración del éxito como predestinación divina -la tolerancia religiosa no implica ausencia de fe-, el capitalismo y el bienestar económico se asentaron, por primera vez, en el Reino Unido.

En la otra parte tenemos a este país. En ese mismo Siglo XVII donde las disputas religiosas desembocaban en tolerancia -influyó también la Guerra Civil inglesa, no vayamos a ser puristas-, en el Imperio Hispánico proliferaba el ultracatolicismo. No sólo basta con ver la expulsión injustificada de los moriscos, sino que podemos ver los ataques de Quevedo a Góngora por su ascendente converso para comprobar que tratamos un problema incrustado a fuego en la sociedad. Una sociedad con presencia en los cinco continentes, con decenas de millones de personas bajo su cetro pero, aún así, cerrada en su metrópoli. Económicamente, la cosmovisión católica seguía manteniendo la división económica estamental, diluida en países de Europa como el Reino Unido, donde si bien el estamento seguía siendo piedra angular social, no lo era en el término económico. Así, la visión agraria de la sociedad española primaba la adquisición de tierras y títulos nobiliarios, por pequeños que fuesen. Trabajar, para el español medio, no era un método de consagrar su riqueza terrenal y poder disfrutar de éxito en su vida celestial sino, más bien, una condena por haber nacido en el tercer estamento. La búsqueda de influjos exteriores ante la sequía económica española -no así cultural- se veía cercenada por la institución más oscura que haya conocido la sociedad española: el Santo Oficio. El mismo que aún hoy sigue considerando a Galileo como un equivocado hombre de fe.

Sin embargo, que tras cuatro siglos de presencia de opresión religiosa y económica a toda una sociedad dinámica e inquieta como la española y tras un siglo de coletazos de los reaccionarios más anacrónicos e intransigentes, España haya llegado a estar donde está, es todo un logro digno de tener en cuenta. Más allá de 'reservas espirituales' de locos tiranos, tenemos un espejo en la tradición individualista del mundo anglosajón en el que podemos vernos, compararnos y ver nuestros errores y excesos.

Yo, mientras tanto, seguiré con la mosca detrás de la oreja. Viendo cómo seguimos teniendo ciertos esquejes de nuestra época más oscura y brillante a la vez. Quizá peque de bohemio elitista que desprecia al pueblo y lo considera inútil e incapaz pero, ¿qué nos ha demostrado en tantas ocasiones nuestro país? Más arriba decía que era una sociedad dinámica e inquieta, y lo es. Hemos dado intelectuales, filósofos, artistas. Hemos alumbrado una literatura excepcional y hemos gozado de un nivel cultural impresionante incluso en nuestros días. Sin embargo, no todo es escribir. Del 'unamuniano' "que inventen ellos" tenemos que pasar página y, sí, desterrar de una vez por todas la cosmovisión católica de la sociedad para arrinconar la religión al ámbito de lo privado.

PD: ¡Me olvidaba! Creo que voy a empezar a responder a los comentarios, a ver si aparece el 'troll' que espero en mi blog para divertirme. También espero que 'El Hijo Rojo' me comente, puesto que este blog bebe de comentarios suyos. :P

2 comentarios:

Javi dijo...

XD Ya mandaré mis ordas de trolls.

Como ves soy muy diligente comentando porque tengo a toda la peña metida en el Google Reader, que lo suelo abrir todas las noches al llegar a casa. Entonces la peña con blog está en plan "oh, qué atento el Javi, que siempre comenta super rápido, debe de estar super-atento a cuando actualizamos", ¡mentira! jurl jurl jurl XD

Yo ya sabes que tengo una relación de bastante odio con el espíritu anglocabrón. Hombre, como materialista creo que las relaciones de producción que se daban en los momentos en los que nació el protestantismo fueron los que crearon esa determinada religión, y no al reves (es decir, no fue el protestantismo quien creó a la gente con barriga y bigote que disfruta lucrándose y que además gracias a tener mucha pasta va al Cielo...sino a la inversa).

Por la razón que sea el catolicismo es más amable, más "humano". Desde luego que hemos hecho muchas cafradas, no hace falta que nos rebusquen mucho para encontrarnos los defectos...pero somos sociedades muy tolerantes, creo que comparativamente más libres.

Siempre pongo el ejemplo de Ámsterdam y la prostitución (ojo, que a mi Ámsterdam como ciudad me encanta): allí la prostitución es legal...pero es casi un ghetto. La "gente de bien" ni se acerca a los sitios con prostitutas. Podríamos decir que el legalizarlas les ayuda a tenerlas "en su sitio" tanto a las prostitutas como a las drogas...

En España eso no es así, se convive de una forma más natural con la prostitución y con las drogas. A pesar de estar más perseguido que allí.

Lo que legalmente es una sociedad más libre (Holanda) en la práctica no es así. Aquí en España, que legalmente en esos aspectos es menos libre, en la práctica es mucho más tolerante, más liberal. Lo que habría que hacer, desde luego, es convertir esa tolerancia social española en ley positiva.

¡Salud!

Javi dijo...

Ah, una última cosa que se me olvidaba, una anécdota: en Italia, país de arraigadísima tradición católica (y por tanto país de gente que camela, que hace trampas, que cumple la ley muy malamente, pero que es amable, de gente abierta y de charlar, cariñosa...) en Italia, decía...el metro es gratis.

Cualquiera que haya estado allí lo corrobrará. En Roma no se paga el metro. La obligación de comprar billete es algo así como un donativo. La gente pasa en centenares bajo la puerta de "abonados" y nadie tiene abono. De vez en cuando el controlador se pone a pedir abonos, apenas dura medio minuto en el que caza al 100% de los que pregunta...pero no les multa ni nada de eso, les pone cara de risa y les manda a que se saquen el billete en la máquina. Casi como un juego. Luego el controlador vuelve a lo suyo, dejando que de nuevo cientos y cientos pasen sin abono, disfrutando de la gratuidad del servicio.

Maravilloso.