martes, 16 de diciembre de 2008

La trampa de liquidez, Japón y así nos va

Llevo una semanita sin actualizar el blog. Tras una semana anterior plagada de exámenes me he tomado unos días pasando absolutamente de todo. Ya es hora de retormar el blog, que no cierra, en absoluto, por Navidad.

Hoy leía cuestiones bastante interesantes, como la prohibición del Gobierno italiano de que una persona pueda decidir sobre su vida -decisión legitimada por la Justicia- pero veía, cómo sorprendentemente, la Fed se lo juega todo a una mano y rebaja los tipos de interés casi al cero. Como últimamente el fantasma de la deflación pulula en los medios informativos -llegará un día en el que algún periódico saque en primera plana la noticia y comience, de verdad, la deflación- es lógico que los tipos de interés descendiesen paulatinamente a puntos porcentuales lo suficientemente bajos como para estimular el crédito interbancario e inyectar liquidez en el mercado crediticio. Lo que Estados Unidos ha hecho hoy, sin embargo, es el suicidio colectivo de toda una economía.

La crisis, lejos de resultar una crisis de constricción del crédito -que lo es, ojo, pero no en su raíz fundamental- es una crisis de confianza. Los bancos no conceden préstamos no porque los tipos de interés a los que los Bancos Centrales distribuyen el dinero eran elevados, sino porque no existe una transparencia que permita considerar a una entidad crediticia o bancaria lo suficientemente sólida y solvente como para efectuar un préstamo de varios miles de millones de dólares o euros. Esa constricción interbancaria, presente desde el segundo trimestre de 2007 ha llevado como efecto una reducción de los créditos concedidos a particulares y empresas. El dinero existe, está presente a raudales en las cuentas de los bancos. ¿El problema? La confianza.

De nuevo la Fed aplica una política monetarista, siguiendo el paradigma de Friedman y de Greenspan a lo largo de los 80 y los 90. Según la doctrina de Milton Friedman, la presente crisis existe porque no circula suficiente dinero por el mercado. Aunque la causa de dicha falta de circulación en el mercado es precisamente la crisis de confianza y no un problema en la política monetaria. Durante años, las tasas de interés en la Unión Europea y en EEUU han estado en torno al 2% o al 3%; por no hablar del Euribor -tasa con la que se presta en la mayor parte de los créditos concedidos a particulares y empresas- que siempre está por encima de la tasa con la que se presta el dinero a bancos y otras entidades. El problema es, pues, una crisis de confianza que no se ataja con medidas erráticas, continuadas y con nulo efecto en la economía real.

EEUU está ya en la trampa de liquidez, situación en la que el Estado agota el margen de su política monetaria al reducir los tipos de interés a un tipo cercano al 0. Ahora, para evitar la deflación, no queda ningún tipo de margen crediticio. Todo se encuentra en la política fiscal lo que conlleva dos cosas: o brutal aumento de impuestos para financiar la parafernalia intervencionista o brutal déficit público sin ser trasladado a las familias a corto plazo, lo que genera de nuevo un brutal aumento de impuestos para subsanar ese déficit público inmenso alcanzado en EEUU tras años de "neoconservadurismo socialista". La deflación, si llega, será muy perniciosa para los EEUU.

Unido al ciclo de desempleo y reducción de la actividad económica a la cual va aparejado el fenómeno estará presente la posibilidad de una apreciación del dólar frente al euro, lo que perjudicará enormemente las exportaciones norteamericanas a Europa, con una moneda más sólida y controlada. Este ciclo de efecto dominó en la economía interna de los Estados Unidos -la gente no consume porque espera que los precios bajen más- unido a la imposibilidad de ampliar mercados en el extranjero sobre todo en su principal caladero, el europeo, lleva a la economía estadounidense al suicidio colectivo.

O bien el País de las Oportunidades resurge con su flexible sistema económico y su innegable dosis de voluntariedad histórica o tendremos, en la gran potencia económica y militar del Siglo XX al nuevo Japón, 20 años atrapado en la misma espiral. He aquí los efectos del intervencionismo, panacea del 'buenismo' y de aquellos que suspiran con "en el largo plazo estaremos todos muertos".

2 comentarios:

J.E. dijo...

Elias, soy Corrales. ¿Terminaste haciéndote un blog, truhan?

Me afilio al RSS...

Anónimo dijo...

Para mi todo iba bien, todo estaba perfecto hoy hasta que he visto:

1) NO ME HA TOCADO LA LOTERÍA Y LA MANOLITA ES UN TIMO.

2) ¿QUÉ COÑO ES EL NEOCONSERVADURISMO SOCIALISTA? Hombre, la doctrina neconservadora le resta a la política liberal toda su pequeña parte social y utópica, pero para nada se parece a lo cualquier persona de bien pudiera atribuir al socialismo. Es decir, una cosa es que el liberalismo incorporara a partir de los últimos lustros del XIX y los primeros del XX la llamada "cuestión social" o que tuviera, originariamente, en los clásicos una vertiente socialista o comunitarista que le llevara a atender a los grupos sociales (y conste, que para la gran mayoría debían ser atendidos por beneficiencia) y, en definitiva, otra diferente es asociar el socialismo al neoconservadurismo y mucho menos en cuestiones económicas.

Al menos esto en lo que a ideología se refiere, si me pones un ejemplo de un neoconservador que se haga a si mismo llamar "socialista" igual lo entiendo. Pero te diré que es de palo eh...

Explícate bien

Esteban...