martes, 30 de diciembre de 2008

Palestinos e israelíes

He de confesar que este tema me aburre soberanamente. Es siempre la misma discusión, ¿quién es el más malo? ¿Por qué Israel comete tales 'atrocidades'? Al final siempre acabamos tomando partido por los palestinos, no sabemos muy bien por qué. La explicación más común es la que aduce que Israel es una superpotencia mundial que oprime a un pequeño cacho de territorio ínfimo al que podrían dejar en paz pero que no quieren porque son unos fascistas y quieren echar a los árabes al mar. Muy parecido todo a lo que pretendían los árabes en 1948, año de la independencia israelí, ¿falta de memoria? No lo sé, el caso es que el tema ha sido comentado ya por El Hijo Rojo, por "De Frómista a Kyoto" y por Citoyen en "Midiendo la proporcionalidad".

En primer lugar Israel no ataca a Palestina, ataca la región de Palestina dominada por la facción árabe denominada como Hamás. Esta organización hacia la que surgen compadecidos comentarios del estilo "están siendo aplastados por el Imperio Judío-Yankee" es la responsable de 334 asesinatos hasta 2005 cometidos por atentados suicidas o lanzamiento de misiles -Kassam habitualmente, pero también Katiusha- en territorio israelí. Esta organización mafioso-terrorista es la responsable de que entre los palestinos no exista un cierto reconocimiento del derecho de Israel a organizarse como Estado legítimo y reconocido, es decir, no reconoce la Resolución de la ONU del 29 de noviembre de 1947 por la que Palestina se dividía en dos estados, judío uno y árabe el otro. Israel, por supuesto, tampoco está cumpliendo el plan de partición de Palestina; nada sorprendente por otra parte si tenemos en cuenta que apenas siete meses después de la aprobación de dicha resolución Israel tuvo que guerrear con todos los estados árabes que le rodeaban.

Lo que los medios de información no cuentan porque no es televisivo y no vende audiencia es que la situación en Cisjordania es de absoluta normalidad. Los ataques y bombardeos israelíes se suceden sobre Gaza, zona controlada por la organización mafioso-terrorista que es Hamás. Una organización que da como aceptables los 'Protocolos de los Sabios de Sión', que recupera los lemas más rancios del nazismo, que utiliza su red de contactos islámicos con otros países para construir una red de atención al más puro estimo camorrista. Esa imagen de atención a los palestinos, tremendamente dañados por los ataques israelíes a la zona hace que Hamás sea vista como la única organización que defiende a capa y espada a su pueblo. Hamás, lejos de ser benefactora filántropa de su pueblo, establece escuelas coránicas para el adoctrinamiento de la juventud palestina en el odio a todo lo occidental y judío, sin que medie ningún ataque israelí por ello. Hace casi dos años Hamás declaró una tregua que detuvo los ataques israelíes, Hamás, sin embargo, acumuló un gran arsenal armamentístico que utiliza actualmente en sus ataques contra Israel.

Todo esto no supone óbice para criticar la progresiva invasión de tierras por parte de colonos judíos con la connivencia del Estado israelí ni tampoco para sorprenderse cómo una de las principales potencias militares del mundo es incapaz de evitar que sus misiles impacten en hospitales o escuelas palestinas, suponiendo que no sea intencionadamente. Los excesos de Israel son notorios y están ahí para ser analizados y criticados. De ahí a equiparar el asesinato indiscriminado de civiles judíos mediante atentados suicidas o mediante lanzamiento de cohetes a, en mi opinión, legítimas actuaciones de defensa; existe un gran trecho.

Es evidente que Israel debe retirarse de aquellos territorios que no le corresponden mediante el Plan de la ONU, pero no menos evidente es la necesidad de que Hamás se desmilitarice y acepte las resoluciones dadas sobre el tema, al igual que Israel cumpla todas las decisiones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El enfrentamiento constante deriva en una constante demostración de músculo militar o paramilitar que finaliza, como siempre, con la victoria del más poderoso. En este caso, Israel.

La situación, por supuesto, es complicada. La matanza de civiles palestinos dista mucho de ser "daños colaterales" en tanto la precisión de las bombas guiadas por láser tiene margen de error de apenas unos centímetros o metros. La postura de Israel tomada al respecto de la calidad de vida de aquellos palestinos inocentes no les echa sino en brazos de la única organización con músculo financiero capaz de dar comida y sustento a aquellos que lo necesiten que es Hamás. Ahora bien, mientras unos matan indiscriminadamente, creyéndose los cuentos antisemitas del Siglo XIX y primera mitad del XX por un ideal nacionalista panarabista, otros matan reaccionando a una violencia que no proviene de hace dos días, sino de hace sesenta años.

Ambos casos son execrables, tristes y polémicos. La solución es complicada y ni mucho menos un 'bloggero' como yo puede proponerla. Lo que sí está claro es que existen diferencias cuantitativas y cualitativas entre ambos bandos y que el análisis que se produce en los medios informativos y en los de crítica a Israel está muy alejado de la imparcialidad y el criticismo que deberían primar.

Buenas noches.

PD: Hamás entrena a niños para que luchen contra Israel. Aquí tenéis el vídeo.

lunes, 29 de diciembre de 2008

Tradición anglosajona vs tradición latino-católica

He de confesar que nunca había pensado en esta variable socio-cultural hasta que El Hijo Rojo comenzó a usarla en alguno de sus comentarios. Hasta entonces no le di demasiada importancia al hecho religioso más allá de algunos comentarios superficiales en la Historia del instituto y, de hecho, ni siquiera conocía las teorías de Max Webber sobre religión y mundo económico; y aunque de sustrato marxista, reconozco que poseen gran parte de razón.

También confieso que hoy cuando he abierto los ojos en mi cama me ha venido la inspiración para escribir esta entrada en el blog. Me he dado cuenta de que preferiría estar abriendo los ojos en NYC, viendo un día lluvioso o borrascoso; que me gustaría estar dando la bienvenida al día en un frío piso londinense mientras el viento se cuela por la rendija de la ventana. Puede parecer una tontería, pero a partir de esa apetencia que me sobrevenía a tan tempranas horas he empezado a darle vueltas al asunto: ¿por qué de vez en cuando me azotan sentimientos de "desesperación" y desasosiego al respecto de este país? Uno, que es liberal y siente al individuo como base fundamental de todo concepto social a veces no comprende la sociedad en la que vive.

Yo no provengo de un ambiente muy anglófilo -probablemente si les preguntase si son anglófilos se quedarían con cara de circunstancias- ni muy tolerante y/o abierto. Más bien al contrario, mi entorno familiar más directo; mis padres, son netamente 'clase media conservadora'. Luego recibo otras influencias más abiertas, sí, pero; ¿qué son esas frente a la influencia paterna innegable? Haberse criado en un ambiente donde desde pequeño vi gusto y adoración por José María Aznar -en casa, Chemari- pues realmente me ha influido, claro. Ahora bien, cuando despierto del letargo paternal y descubro la vida en sociedad, cada vez más me alejo de mis influencias y me pregunto por qué progreso a liberal en una sociedad latino-católica de tradición colectivista, estatista y absolutamente paternalista.

En contraposición a esa cosmovisión de influencia católica y universalista nos encontramos la tradición anglosajona donde el individuo y la visión íntima de la sociedad han poseído mayor arraigo que en la mitad meridional del continente europeo. La Iglesia Católica, si bien en un momento se convirtió en refugio de cultura, artistas y progreso evolucionó posteriormente a un gigante inamovible que frenaba el progreso social, científico y técnico. En Italia con la pervivencia de los Estados Pontificios -hasta bien entrado el Siglo XIX- y en España con la inundación de todos los estamentos de la sociedad de ese aura santurrón, beato y ultracatólico. Baste observar cómo en nuestra primera Constitución liberal, teóricamente radicalmente liberal, se establece la confesionalidad del Estado. Baste ver la avanzadilla del mundo aglosajón en este aspecto echando un vistazo a la situación de la religión en Inglaterra. A pesar de la promulgación de la 'Blasphemy Act' en 1698, que establecía una serie de penas de prisión para aquellos que, teniendo la religión cristiana, denegasen la existencia de la Santa Trinidad, la del mismo Dios o no consideraran a la Biblia como fuente divina de autoridad.

A pesar de esta ley, dirigida contra unitaristas y deístas a partir del Siglo XVIII, las controversias a lo largo del Siglo XVI en materia de tolerancia religiosa y la puntilla final, con la sentencia de 1729 en 'el Rey contra Woolston' que declara que los asuntos espirituales no son de incumbencia de los tribunales terrenales; en el Reino Unido, ya en el Siglo XVIII, la tolerancia religiosa se extiende gracias al sistema legal británico, que emite variadas sentencias en línea de la heterodoxia religiosa frente a la ortodoxia legal, por lo que está ley raramente se aplicó. En este sentido, con décadas de adelanto a la Ilustración francesa y con un par de siglos de adelanto a nuestro propio país, el mundo anglosajón se ponía a la cabeza en tolerancia y respeto de derechos individuales. Si además del respeto al individuo le añadimos la propia consideración del éxito como predestinación divina -la tolerancia religiosa no implica ausencia de fe-, el capitalismo y el bienestar económico se asentaron, por primera vez, en el Reino Unido.

En la otra parte tenemos a este país. En ese mismo Siglo XVII donde las disputas religiosas desembocaban en tolerancia -influyó también la Guerra Civil inglesa, no vayamos a ser puristas-, en el Imperio Hispánico proliferaba el ultracatolicismo. No sólo basta con ver la expulsión injustificada de los moriscos, sino que podemos ver los ataques de Quevedo a Góngora por su ascendente converso para comprobar que tratamos un problema incrustado a fuego en la sociedad. Una sociedad con presencia en los cinco continentes, con decenas de millones de personas bajo su cetro pero, aún así, cerrada en su metrópoli. Económicamente, la cosmovisión católica seguía manteniendo la división económica estamental, diluida en países de Europa como el Reino Unido, donde si bien el estamento seguía siendo piedra angular social, no lo era en el término económico. Así, la visión agraria de la sociedad española primaba la adquisición de tierras y títulos nobiliarios, por pequeños que fuesen. Trabajar, para el español medio, no era un método de consagrar su riqueza terrenal y poder disfrutar de éxito en su vida celestial sino, más bien, una condena por haber nacido en el tercer estamento. La búsqueda de influjos exteriores ante la sequía económica española -no así cultural- se veía cercenada por la institución más oscura que haya conocido la sociedad española: el Santo Oficio. El mismo que aún hoy sigue considerando a Galileo como un equivocado hombre de fe.

Sin embargo, que tras cuatro siglos de presencia de opresión religiosa y económica a toda una sociedad dinámica e inquieta como la española y tras un siglo de coletazos de los reaccionarios más anacrónicos e intransigentes, España haya llegado a estar donde está, es todo un logro digno de tener en cuenta. Más allá de 'reservas espirituales' de locos tiranos, tenemos un espejo en la tradición individualista del mundo anglosajón en el que podemos vernos, compararnos y ver nuestros errores y excesos.

Yo, mientras tanto, seguiré con la mosca detrás de la oreja. Viendo cómo seguimos teniendo ciertos esquejes de nuestra época más oscura y brillante a la vez. Quizá peque de bohemio elitista que desprecia al pueblo y lo considera inútil e incapaz pero, ¿qué nos ha demostrado en tantas ocasiones nuestro país? Más arriba decía que era una sociedad dinámica e inquieta, y lo es. Hemos dado intelectuales, filósofos, artistas. Hemos alumbrado una literatura excepcional y hemos gozado de un nivel cultural impresionante incluso en nuestros días. Sin embargo, no todo es escribir. Del 'unamuniano' "que inventen ellos" tenemos que pasar página y, sí, desterrar de una vez por todas la cosmovisión católica de la sociedad para arrinconar la religión al ámbito de lo privado.

PD: ¡Me olvidaba! Creo que voy a empezar a responder a los comentarios, a ver si aparece el 'troll' que espero en mi blog para divertirme. También espero que 'El Hijo Rojo' me comente, puesto que este blog bebe de comentarios suyos. :P

lunes, 22 de diciembre de 2008

Cuando la afiliación es un instrumento

Le debo este post a alguien, así que allá va. La cuestión es una que me lleva azotando bastante tiempo desde que entré en NNGG, aunque me figuro que será así en la mayor parte de los partidos políticos con algún tipo de responsabilidades públicas. Pero en algunos casos es incluso sangrante.

Yo, que dentro de mi humildad de chico que tiene obligaciones académicas por la mañana, por las tardes lo último que le apetece es seguir trabajando -aunque sea por ideas parecidas a las suyas- y que sabe que cuando habla, en un 90% de ocasiones le toman por ingenuo ejemplo de la muchachada española, hago lo que puedo; veo con pena cómo en el politiqueo prima el saber moverse y el "bienquedar" al trabajo, a las ganas y a la motivación de la masa militante. Esa masa militante que trabaja día tras día por mantener al partido, sea cual sea, en pie. Lo engrasa, lo hace funcionar como un reloj. No es el dirigente y el que sale en la foto el que hace moverse al partido; lo hace un equipo de personas entregadas. Atrás quedaron los tiempos del "guerrismo" y de "el que se mueve no sale en la foto". En tiempos como estos, donde cada vez más las diferencias ideológicas han ido diluyéndose en 'el bienestar', el carisma y la capacidad de integrar a los trabajadores -y más si se manda un mensaje de meritocracia- no se puede llevar una organización política a base de "trepas" y "enchufados".

La supervivencia de una sociedad, como de una organización, se basa en escoger a los selectos y excelentes de la colectividad. La autocracia y la tiranía fueron derrotadas cuando las pujantes élites vieron que no se contaba con ellas y la sociedad iba constantemente a peor. El colectivismo fue derribado cuando la sociedad se cansó de ser tratada como si fuese masa estúpida. En una organización, el nepotismo, el amiguismo y el autoritarismo deben ser desterrados.

Constantemente vemos a individuos que se pavonean de sus años de afiliación a tal o cual partido: "No, yo soy del PP de toda la vida, ¡¡desde Alianza Popular!!" o "yo soy comunista de siempre, ¡pues no me iba a gritar contra los grises!". Pues, ¿a qué esperas ahora para ponerte a trabajar como uno más? ¿Eres más que el universitario que ha entrado ahora movido por la inquietud? ¿Más que el adolescente que ha acudido a la sede azuzado por la curiosidad? En definitiva, el triunfo de la gerontocracia apalancada y reacia a los cambios. Si lo analizamos en teorías de gestión de empresas: el peor liderazgo posible.

Pero aún hay algo peor: son aquellos que ocupan cargos de responsabilidad y se olvidan de que están ahí por algo. Son los que ven su cargo como un método de progresar en la escala jerárquica y no como una recompensa a su trabajo y un instrumento para trabajar en pos del partido. Son los que apenas aparecen en actos de puro trabajo y sí en aquellos diseñados para disfrutar y olvidar tardes de tedio o campañas electorales en las que, tristemente, debemos soportar ser insultados y vilipendiados. Son los que sonríen, se echan fotos y departen con todos y cada uno; pero sin olvidar a sus mayores, los que controlan el aparato y pueden promocionar a sus allegados. Sin olvidar, como debe ser, a los que mañana nos pagarán nuestra ciega fe en ellos.

En definitiva, cuando la afiliación es un instrumento, la organización se convierte a medio plazo en insostenible y llegamos a la situación del PSOE. ¿Quizás así, al menos, ganaríamos elecciones?

martes, 16 de diciembre de 2008

La trampa de liquidez, Japón y así nos va

Llevo una semanita sin actualizar el blog. Tras una semana anterior plagada de exámenes me he tomado unos días pasando absolutamente de todo. Ya es hora de retormar el blog, que no cierra, en absoluto, por Navidad.

Hoy leía cuestiones bastante interesantes, como la prohibición del Gobierno italiano de que una persona pueda decidir sobre su vida -decisión legitimada por la Justicia- pero veía, cómo sorprendentemente, la Fed se lo juega todo a una mano y rebaja los tipos de interés casi al cero. Como últimamente el fantasma de la deflación pulula en los medios informativos -llegará un día en el que algún periódico saque en primera plana la noticia y comience, de verdad, la deflación- es lógico que los tipos de interés descendiesen paulatinamente a puntos porcentuales lo suficientemente bajos como para estimular el crédito interbancario e inyectar liquidez en el mercado crediticio. Lo que Estados Unidos ha hecho hoy, sin embargo, es el suicidio colectivo de toda una economía.

La crisis, lejos de resultar una crisis de constricción del crédito -que lo es, ojo, pero no en su raíz fundamental- es una crisis de confianza. Los bancos no conceden préstamos no porque los tipos de interés a los que los Bancos Centrales distribuyen el dinero eran elevados, sino porque no existe una transparencia que permita considerar a una entidad crediticia o bancaria lo suficientemente sólida y solvente como para efectuar un préstamo de varios miles de millones de dólares o euros. Esa constricción interbancaria, presente desde el segundo trimestre de 2007 ha llevado como efecto una reducción de los créditos concedidos a particulares y empresas. El dinero existe, está presente a raudales en las cuentas de los bancos. ¿El problema? La confianza.

De nuevo la Fed aplica una política monetarista, siguiendo el paradigma de Friedman y de Greenspan a lo largo de los 80 y los 90. Según la doctrina de Milton Friedman, la presente crisis existe porque no circula suficiente dinero por el mercado. Aunque la causa de dicha falta de circulación en el mercado es precisamente la crisis de confianza y no un problema en la política monetaria. Durante años, las tasas de interés en la Unión Europea y en EEUU han estado en torno al 2% o al 3%; por no hablar del Euribor -tasa con la que se presta en la mayor parte de los créditos concedidos a particulares y empresas- que siempre está por encima de la tasa con la que se presta el dinero a bancos y otras entidades. El problema es, pues, una crisis de confianza que no se ataja con medidas erráticas, continuadas y con nulo efecto en la economía real.

EEUU está ya en la trampa de liquidez, situación en la que el Estado agota el margen de su política monetaria al reducir los tipos de interés a un tipo cercano al 0. Ahora, para evitar la deflación, no queda ningún tipo de margen crediticio. Todo se encuentra en la política fiscal lo que conlleva dos cosas: o brutal aumento de impuestos para financiar la parafernalia intervencionista o brutal déficit público sin ser trasladado a las familias a corto plazo, lo que genera de nuevo un brutal aumento de impuestos para subsanar ese déficit público inmenso alcanzado en EEUU tras años de "neoconservadurismo socialista". La deflación, si llega, será muy perniciosa para los EEUU.

Unido al ciclo de desempleo y reducción de la actividad económica a la cual va aparejado el fenómeno estará presente la posibilidad de una apreciación del dólar frente al euro, lo que perjudicará enormemente las exportaciones norteamericanas a Europa, con una moneda más sólida y controlada. Este ciclo de efecto dominó en la economía interna de los Estados Unidos -la gente no consume porque espera que los precios bajen más- unido a la imposibilidad de ampliar mercados en el extranjero sobre todo en su principal caladero, el europeo, lleva a la economía estadounidense al suicidio colectivo.

O bien el País de las Oportunidades resurge con su flexible sistema económico y su innegable dosis de voluntariedad histórica o tendremos, en la gran potencia económica y militar del Siglo XX al nuevo Japón, 20 años atrapado en la misma espiral. He aquí los efectos del intervencionismo, panacea del 'buenismo' y de aquellos que suspiran con "en el largo plazo estaremos todos muertos".

lunes, 8 de diciembre de 2008

Zetapé, zetapé...

En Moncloa no van a tener problemas con la limpieza, según parece.

Y es que tras un año enterito vendiéndonos la película mala, españolada en su plenitud -dado el maniqueísmo de este Gobierno inútil e inepto a la hora de afrontar la crisis económica-, ahora con la demagogia de la austeridad y la tontería suprema instalada en un gabinete de caras desaparecidas...¿quién no se ríe de pena con este gasto pequeño pero simbólico?

Será que tras varias meadas fuera de tiesto del Presidente y sus conmilitones, la Señora Vicepresidenta ha decidido que en su sano juicio, como buena señora de Moncloa que es, no puede existir un palacio con una falta de higiene motivado por la ausencia de urinarios digitales. ¡Por Dios! Ahora, todos los que me leáis y no tengáis un urinario digital debéis saber lo cochinos que sois, al igual que con los móviles -que todos aspiramos a tener uno de última generación que manda correos, recibe fotos y te rasca el culo si le suplicas un poco- los españoles de bien, aquellos que no son antipatriotas y no son tontos de los cojones, deberían tener un urinario de última generación.

¿Que no te lo puedes permitir? Ah, eso no es problema mío. Lo dicta el 'buenismo' y el gabinete de las Tres E's. Telita la gente que nos (des)gobierna...telita...

sábado, 6 de diciembre de 2008

Soy de izquierdas y del PP.

El otro día cuando escribía que me avergonzaba de las palabras de Pedro Castro algunos me pedían que aclarase por qué soy de izquierdas y por qué pertenezco al PP. Vaya por delante, pues, que rehúyo de la clasificación decimonónica de izquierdas y derechas y por tanto también de la indefinición del "soy de centro". Sobre todo me considero neoprogresista y dado que el conservadurismo es la base de la concepción política de la derecha es imposible ser de derechas o aceptar tal denominación y, a la vez, considerarse progresista.

Más allá de cuestión de matices -alguno podrá decir que soy un mero derechista más con algún punto de vista cercano al socioliberalismo, que por cierto, vaya truño se inventaron con esa palabreja- el neoprogresismo, como ya dije en su momento -aquí lo tenéis- supone un modo de afrontar los problemas que tenemos hoy en día con una visión crítica y pragmática, alejándonos de dogmatismos ideológicos para entrar a valorar lo profundo de las cosas. Esta visión es, por antonomasia, contraria a una visión conservadora de la vida fundamentada sobre una serie de dogmas imposibles de ser rechazados tales como el conservadurismo moral o la querencia, en un grado mayor o menor, de una espiritualidad en la gente. El conservadurismo también implica una visión muy defensiva de temas como la inmigración, las relaciones Iglesia-Estado o la política internacional -con una tendencia al aislacionismo soberano bastante pronunciada- lo que choca de plano con una visión liberal y progresista de la sociedad.

Dicho lo cual, la izquierda neoprogresista está más allá de los dogmas que constituyen últimamente los cimientos de 'la izquierda' que aspira a gobernar nuestros países. Probablemente El Hijo Rojo venga a decirme que la problemática capital-trabajo y el derrumbe del capitalismo son puntos que están a la orden del día. Pese al sensacionalismo de los periódicos sobre el regreso del marxismo y el derrumbe del sistema yo sigo pensando que los comunistas siguen enterrados y que su icono máximo, Cuba, ya está abrazando el libre mercado y que Venezuela y Bolivia están condenados a la pobreza absoluta -recomiendo entrada de Egócrata, aunque algún día hablaré sobre ello-. Pese a ello, el neoprogresismo se alza con un conjunto de valores liberales actualizados y, lo más importante, con cercanía a los problemas actuales.

Más allá de soluciones absurdas a problemas complejos se impone una visión cercana y de conciencia de los problemas que vivimos. El neoprogresismo, con la capacidad crítica y la búsqueda de nuevos caminos, se impone como una realidad a seguir por aquel que se denomine liberal en su plenitud. La ruptura de las angostas fronteras morales heredadas de una visión católica de la sociedad y el avance hacia una sociedad más libre, minarquista en cierto modo pero social en su conjunto es objetivo fundamental de este movimiento.

La búsqueda de dicho fin desde el Partido Popular lo considero posible. Existe una gran masa de personas en este país que abrazarían el liberalismo y la conciencia social con gusto y con entusiasmo. Es posible que el tradicional antiliberalismo inculcado por años de gobierno reaccionario en este país siga aún presente en nuestra médula cultural pero, tal y como dijo de Frómista a Kyoto, ¿por qué la gente se autoconsidera liberal? Las causas pueden ser variadas y extensas pero lo cierto es que el neoprogresismo no es sino la salida a una reclamación intelectual, cultural y política de un país que vive bajo la dictadura del buenismo y que ya ha agotado socialdemocracias y democracias cristianas.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

La educación y respeto del 'buenismo'

¡Qué vergüenza que estos tíos se califiquen "de izquierdas" para todos aquellos que nos sentimos como tales.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Laicidad y liberalismo

Hoy hablamos de un tema que está de moda: laicidad. Con la polémica decisión de un tribunal de retirar, ¡en un colegio público!, los crucifijos. No han faltado clamorosas exclamaciones públicas de dolor, de flagelación a los pérfidos jueces al servicio de la izquierda masona que pretende arrinconar al catolicismo en este país, quemar iglesias y violar monjas. Como si todos fuésemos Almudena Grandes...

Incluso en El Mundo, el debate de la semana se circunscribía a la idoneidad o no de retirar los crucifijos de los centros públicos. Pensé en mandar una carta, como ya me han publicado en otras ocasiones pero viendo la abrumadora mayoría de gente que votaba en contra de la retirada -en torno al 75%- se me quitaron las ganas. Total, al fin y al cabo cualquier impulso de signo laicista iba a ser tomado, por los mismos altavoces de siempre, como un ataque decimonónico a la Iglesia. Esa misma Iglesia que un día se niega a condenar el franquismo, que otro dice que perdonar es olvidar -ambos, en inglés empiezan por 'f', ¿les perdonamos la confusión?- y que al otro dice que querer retirar el crucifijo de centros públicos a los que acuden gentes de todas las confesiones y tendencias ideológicas, es atacar a las creencias de los españoles. ¡Si hasta llegamos al punto de tener que oir que el crucifijo es un signo de libertad contra el totalitarismo! (Martínez Camino dixit). Sólo queda que nos digan que la hoz y el martillo son el máximo exponente del liberalismo o que la rosa socialista representa el pragmatismo y la eficiencia en el Gobierno.

Pero no se libra tampoco el Partido Popular. Nos rasgamos las vestiduras por esta sentencia, refrendamos las posturas del integrismo católico mostrándonos dispuestos a recurrir una sentencia lógica y normal en un Estado aconfesional -lo mismo que laico, pero es que aquí tenemos miedo a tantas palabras...-. ¿Pero de verdad estamos perdiendo el norte? Lo más prudente hubiese sido un discreto silencio, acorde con la legalidad vigente y con esa tan necesaria ambigüedad por la base social ultracatólica que está lejos de ser mayoritaria pero que se ve amplificada por los medios dependientes de la Conferencia Episcopal. Ah...cuántas oportunidades perdidas de comer terreno en la gran masa social de españoles a las que, como a mí, les importa un carajo que haya un crucifijo o no en las aulas. Ahora bien, que me importe un carajo y que no me suponga una cuestión fundamental no implica que no tenga mi propia postura: como buen liberal, radicalmente en contra de su existencia en las aulas públicas.

No quiero que esté no por odio al catolicismo o al cristianismo siquiera -yo me considero creyente, de hecho- sino porque la escuela pública representa a todos y cada uno de los ciudadanos de este país. Porque la escuela pública pertenece a todos los que pagan impuestos en este país y en este espectro de gente existen musulmanes, testigos de Jehová, cristianos de todas las confesiones, ateos, protestantes, etc. ¿Por qué ofrecer primacía a una determinada confesión? ¿Por qué ofertar clases de religión católica o de cualquier otra religión? ¡La formación religiosa a los templos! ¡La formación moral a los hogares! La educación, como cometido científico y formativo, se debe convertir en misión fundamental de los centros educativos.

Crucifijos, velos musulmanes, kippahs...Son todos ejemplos de una religión en un centro público, no dominado por la confesionalidad. Si permitimos que un crucifijo presida la clase, ¿qué nos impediría que un musulmán interrumpiese la clase para efectuar su rezo correspondiente, que entrara una chica cubierta completamente o que exijiésemos la separación por sexos en las clases? Nada.

Si de mí dependiera, la única imagen que presidiría las clases sería la foto del Jefe del Estado, Su Majestad el Rey o Presidente de la República en el caso futurible de que en España, por fin, tuviésemos una República de todos los españoles.