lunes, 22 de diciembre de 2008

Cuando la afiliación es un instrumento

Le debo este post a alguien, así que allá va. La cuestión es una que me lleva azotando bastante tiempo desde que entré en NNGG, aunque me figuro que será así en la mayor parte de los partidos políticos con algún tipo de responsabilidades públicas. Pero en algunos casos es incluso sangrante.

Yo, que dentro de mi humildad de chico que tiene obligaciones académicas por la mañana, por las tardes lo último que le apetece es seguir trabajando -aunque sea por ideas parecidas a las suyas- y que sabe que cuando habla, en un 90% de ocasiones le toman por ingenuo ejemplo de la muchachada española, hago lo que puedo; veo con pena cómo en el politiqueo prima el saber moverse y el "bienquedar" al trabajo, a las ganas y a la motivación de la masa militante. Esa masa militante que trabaja día tras día por mantener al partido, sea cual sea, en pie. Lo engrasa, lo hace funcionar como un reloj. No es el dirigente y el que sale en la foto el que hace moverse al partido; lo hace un equipo de personas entregadas. Atrás quedaron los tiempos del "guerrismo" y de "el que se mueve no sale en la foto". En tiempos como estos, donde cada vez más las diferencias ideológicas han ido diluyéndose en 'el bienestar', el carisma y la capacidad de integrar a los trabajadores -y más si se manda un mensaje de meritocracia- no se puede llevar una organización política a base de "trepas" y "enchufados".

La supervivencia de una sociedad, como de una organización, se basa en escoger a los selectos y excelentes de la colectividad. La autocracia y la tiranía fueron derrotadas cuando las pujantes élites vieron que no se contaba con ellas y la sociedad iba constantemente a peor. El colectivismo fue derribado cuando la sociedad se cansó de ser tratada como si fuese masa estúpida. En una organización, el nepotismo, el amiguismo y el autoritarismo deben ser desterrados.

Constantemente vemos a individuos que se pavonean de sus años de afiliación a tal o cual partido: "No, yo soy del PP de toda la vida, ¡¡desde Alianza Popular!!" o "yo soy comunista de siempre, ¡pues no me iba a gritar contra los grises!". Pues, ¿a qué esperas ahora para ponerte a trabajar como uno más? ¿Eres más que el universitario que ha entrado ahora movido por la inquietud? ¿Más que el adolescente que ha acudido a la sede azuzado por la curiosidad? En definitiva, el triunfo de la gerontocracia apalancada y reacia a los cambios. Si lo analizamos en teorías de gestión de empresas: el peor liderazgo posible.

Pero aún hay algo peor: son aquellos que ocupan cargos de responsabilidad y se olvidan de que están ahí por algo. Son los que ven su cargo como un método de progresar en la escala jerárquica y no como una recompensa a su trabajo y un instrumento para trabajar en pos del partido. Son los que apenas aparecen en actos de puro trabajo y sí en aquellos diseñados para disfrutar y olvidar tardes de tedio o campañas electorales en las que, tristemente, debemos soportar ser insultados y vilipendiados. Son los que sonríen, se echan fotos y departen con todos y cada uno; pero sin olvidar a sus mayores, los que controlan el aparato y pueden promocionar a sus allegados. Sin olvidar, como debe ser, a los que mañana nos pagarán nuestra ciega fe en ellos.

En definitiva, cuando la afiliación es un instrumento, la organización se convierte a medio plazo en insostenible y llegamos a la situación del PSOE. ¿Quizás así, al menos, ganaríamos elecciones?

3 comentarios:

Miguel dijo...

Este curioso fenómeno que tan fínamente analizas y denuncias lo vas a encontar en más ambitos de la vida de lo que cupiese esperar; incluso cerca de tu entorno. Darse cuenta de ello a tiempo o que te lo digan es muy importante.

Saludos.

Anónimo dijo...

Ufff, me ha encantao, no me lo habias dedicado a mi, pero después de leerlo y de todo lo que hemos hablado...

Genial, genial y genial.

Javi dijo...

¿Y a mi, uno de tus más fieles lectores, no me dedicas entradas? XD

Mandaré a Yurrita que te de la Malvenida a Gori XD

Recibe un cordial saludo!