viernes, 10 de octubre de 2008

Metro. País (punto final).

Ayer desbarraba sobre este país, sobre la decadencia de nuestra Nación, de nuestro pueblo, de nuestro acervo cultural hundido en la miseria del pesimismo, la crítica destructiva y el odio al emprendedor. La muerte de la iniciativa, del individuo. ¡Es la muerte de la luz!

Personas que desbarran, que critican, que toman una copa de más para ahogar su desesperación, para derrumbar su propia infelicidad por la falta de metas vitales colmadas. Personas que culpan a la sociedad de su propio fracaso, incapaces de autoexaminarse y de ejercer una conciencia crítica sobre la sociedad, y sobre sí mismos.

La sociedad es culpable de todo, la sociedad está dominada por el capitalismo. El capitalismo es culpable. "J'accuse" versión española, versión pesimista. El acabóse de la prosperidad y el sistema.

No hay nada que sentir, no hay nada que construir. No sentimos, no conectamos. El país, la sociedad, todo nos mata, todo nos perjudica. Capitalismo, metro, país.

Nos abocamos al fracaso del hombre, del individuo y de la comunidad. Asoma de nuevo el fantasma del igualitarismo, la mediocridad y lo gris. ¿Hemos hecho algo?

País.

2 comentarios:

tekakwitha dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
tekakwitha dijo...

La sociedad se avocó al más puro fracaso cuando antepuso la dignidad y solidaridad como factor común para establecer unas premisas justas vitales para todos y se encerró en el individuo solo preocupado por sí mismo y por satisfacer necesidades materiales inducidas por no se sabe quien ni como, pero culminando en un ideal fuera de toda moral.

Las personas que triunfan en el capitalismo son, o bien hijos de gente adinerada, que son los que pueden disponer de dinero y de cierta comodidad para asumir un riesgo o bien, gente que ha trepado, echando horas, trabajando en demasía, viviendo por y para el trabajo por y para la inducida idea de éxito perseguida por ciudadanos que pasan a ser masa y se mueven conforme a marcan cánones huecos y vacíos, que por cierto, se desprenden y no dudan en aplastar si es preciso para obtener ese éxito.

En resumen, si alguien quiere ser algo ha de valorar al resto de individuos como medio, desprenderse de toda moral, ha de ser un tiburón que o coma o le coman. La general motors no duda en mandar a la calle a hombres con 50 años que están avocados al fracaso, ni en subcontratar a niños que no iran al colegio, ni en robar o incluso postular a presidentes corruptos si eso beneficia sus intereses.

La igualdad de condiciones no existe, es evidente que la comodidad que tiene un rico al que no le faltará para comer si se arriesga no es la misma que la de un pobre o que la presión que tiene un estudiante, que tiene incluso que trabajar estudiando no es la misma que quienes sus estudios son pagados por sus padres y que saben que no tienen que colaborar en casa porque sencillamente no hace falta.

El mercado se contradice, el interés de un empresario de amasar más y más riqueza les lleva a hacer toda una serie de pactos que rompen con la libre competencia y los gobiernos pagados y comprados por las empresas en su afán de beneficios no se molestan en señalar esas infracciones.

Un empresario, aunque ya haya suplido con creces sus necesidades básicas, no tiene límites y la culpa no es de ese empresario, la culpa es de un sistema que basa el progreso de un individuo en satisfacer necesidades materiales supuestas y que para satisfacerlas ha de dedicarse toda su vida a trabajar lo que le elimina de los placeres que realmente llenan al hombre, es decir, el contacto humano y que hace que para encontrar justificación al trabajo vuelva a perseguir esos placeres materiales vacíos, esa idea de éxito, de ser más, encerrandole en un círculo cada vez más amplio de más trabajo por tener más placeres materiales en sustitución de los placeres reales de la vida que me va quitando la preocupación por trabajar y el propio trabajo.

Lo que nos lleva a incongruencias morales, si un empresario tiene que despedir a un trabajador porque ve que no va a poder comprarse un yate o que mínimamente su tren de vida desciende, lo hará, pues la gente para ellos no son nada, si un empresario tiene que especular con bienes de primera necesidad lo hará, el interés del que tiene más poder aplasta al interés del que tiene menos poder. Es más, los trabajadores alquilan su fuerza productiva, con el único interés de asegurarse lo básico para vivir, una vez lo aseguran y puesto a que asegurarlo les supone altas hipotecas que pagar, les supone trabajo, trabajo y más trabajo sin tiempo para ver a sus hijos ni disfrutar de la relación humana entran en la trama del consumo de placeres materiales dejando el dinero en empresas y dejando tanto que entran en ese círculo que hemos descrito.

Las empresas lo saben y estudian el mercado y la gente tiene el salario justo para que no descienda la compra de productos que consumen otros engañados y vacíos como ellos mismos, en una sociedad engañada y vacía.

El empleado da dinero a la empresa, pero el empresario solo le alquila su fuerza de trabajo, el dinero que genera el empresario se lo queda, y como empresario obtiene dinero solo por poner dinero, es decir, solo por tener la capacidad de poder tenerlo. Llegados a este punto hay que saber distinguir el empresario como poseedor del capital y el empresario como gerente, aunque en algunos casos sean la misma persona, tenemos que distinguirlos como diferentes, si el gerente tiene buenas ideas, es razonable que el fruto de esas buenas ideas sea recompensado, por supuesto, de la misma manera que es razonable que los beneficios que genere el trabajador le sean recompensados, el empresario como poseedor del capital en cambio, no ha hecho más que poner dinero y lo pone porque lo tiene y si ve que lo pierde no duda en retirarlo, el riesgo queda desplazado así al trabajador, a lo único que se está arriesgando es a tener que trabajar.

No olvidemos que las grandes sumas de dinero no se mueven dentro de los gerentes o los trabajadores, productores de la idea, sino en ese mercado que claro que actua como multiplicador, si pero que multiplica solo para los que pueden acceder al mercado, los capitalistas. Es decir, aunque el verdadero dinero, el real lo generan trabajadores ya sea como gerentes o como trabajadores, los que ganan los beneficios más fuertes son los poseedores del capital que no arriesgan ideas, arriesgan dinero porque pueden arriesgarlo.

Lo vemos con las inmobiliarias, han hecho negocio los verdaderos parásitos, no los funcionarios como se les tacha, los parásitos de verdad, los banqueros que prestaban, los que tenian dinero para asumir préstamos, para comprar hoy y vender mañana, para especular, los trabajadores, trabajaban a destajo, por bajo salario y comprando viviendas a los mismos que les estaban empleando, comprando zapatillas a los mismos que les empleaban y tenian acciones de empresas de zapatillas.

Cuando el negocio cae, el trabajador, que no ha fallado en el proceso productivo, es cargado con todas las culpas, incluso los consejos directivos de todos esos trajeados que se creían ser alguien y que si han fallado, cargan con las culpas, pero el empresario como poseedor del capital, hace recaer la culpabilidad, el riesgo que antes había asumido para sí, sobre responsables directos, como los gerentes, que tienen un perjuicio, aunque los altos salarios que cobraban les permiten con creces asumirlo, pero por supuesto, sobre el trabajador, que no ha fallado en el proceso productivo y que paga inmediatamente.

Desde luego yo no quiero un sistema de individuos desmoralizados y deshumanizados solo preocupados por el éxito, como son los directivos de las empresas, o los accionistas, solo preocupados de acumular y acumular.

Prefiero un sistema donde se asegure las condiciones mínimas a todo ser humano por trabajar, cosa de la que es incapaz el capitalismo, pues no ha renunciado a hacer dinero con ni un solo bien y donde la aspiración sea la mera dignidad.

En el ideario de una empresa no existirá jamás asegurar las adecuadas condiciones de vida a sus trabajadores, en el de los estados si, en los estados si existe esa dignidad, pues los controlan ciudadanos, en las empresas no, pues son sencillamente empresas y entran, por tanto, en contradicción con los principios morales de la humanidad y aún así son los motores de la producción, de la economía, la actividad que agrupa al ser humano, el capitalismo es incomatible con democracia, humanidad y humanismo.