miércoles, 7 de enero de 2009

¿Tan lejos tenemos el timo?

Tras un par de semanas haciendo el vago y montando digresiones en mi cabeza que no llegan a ninguna parte hoy llega el día de ponerse a trabajar de nuevo con todo lo que ello conlleva. Incluso recuperar la actividad intelectual aunque sea progresivamente. El caso es que hago balance de estas Navidades y aparte de regalicos y cosas así me centro un poco en la actualidad socio-política. Se nos muere el hijo de John Travolta, estalla una nueva guerra en Oriente Medio, un tipo estafa decenas de miles de millones de dólares en Estados Unidos y, como es lógico, toda la gente se echa encima del tipo en cuestión. ¡Robar es algo que no se perdona nunca! Lógicamente, como cualquier hombre de bien que aspire a tener el beneplácito de lo políticamente correcto, se debe criticar la falta de vigilancia del sistema; los errores que sólo pueden ser subsanados por el Estado...etc.

En elmundo.es podíamos encontrar incluso un artículo llamado "Más de cien años de timo piramidal" y, ojo, ¡nos viene al dedo! Efectivamente, en España llevamos sufriendo de un modo u otro más de cien años de un timo piramidal que no tiene un fin previsible a corto plazo. El timo nacía bajo Gobierno liberal -dentro de lo que cabía en el liberalismo español de la época- en 1902: el embrión de la actual Seguridad Social, el Instituto Nacional de Reformas Sociales. El Instituto, encargado de evaluar la situación de la masa trabajadora española instauró entre otras cosas un organismo que precisaba de una suerte de cotización obligatoria que garantizaba un seguro en la vejez (el Instituto Nacional de Previsión en 1908), siguiendo el modelo de la política social germana bajo época de Bismarck.

A lo largo de varios años permaneció como un organismo más pero con la llegada de Francisco Franco al poder y las ideas estatistas del Gobierno, la importancia de la Seguridad Social aumentaba conforme lo hacía en otros países europeos como el Reino Unido, que en 1942 creaba el Instituto Nacional de Salud o la política social hitleriana, que se caracterizaba por proteger especialmente a mujeres y niños -otro cantar era la población calificada como 'no aria', claro-. Así, el timo europeo por excelencia se propagaba como un virus aplaudido por derechistas y por izquierdistas, defendido por incluso los llamados liberales. Todo con tal de no caer en garras de la URSS, en la posguerra europea.

Así hasta nuestros días, en los que la Seguridad Social permanece como vaca sagrada de las democracias occidentales. Siempre que se realizan propuestas sobre la viabilidad o no del sistema social adoptado por Europa se rehúye el análisis crítico sobre la situación -de absoluta inviabilidad en el medio plazo- y se centra el mensaje más bien en un mensaje político, fácil de ser vendido. Todo por mantener el timo cuanto más tiempo, mejor. Pero, ¿qué similitudes posee el timo de Madoff con el timo institucionalizado? Absolutamente todas. El timo de Madoff se sustentaba gracias a que nuevos incautos picaban y colocaban su dinero en la empresa de Madoff. Ese dinero inyectado servía para pagar a los que lo habían colocado anteriormente. El sistema de la Seguridad Social es el mismo. Cualquier tipo de cotización en la Seguridad Social es utilizada para pagar a los que comenzaron a trabajar hace cuarenta años o para los que tienen algún tipo de minusvalía. Lejos de ir acumulando dinero que es nuestro y está titulado a nuestro nombre, el sistema se funda sobre la premisa de que 'alguien', dentro de cuarenta años, cuando estemos plácidamente jubilados, pagará lo que nos corresponde. ¿La única garantía? La palabra del Estado y de un 'contrato' con él, al igual que establecemos un contrato con una aseguradora privada o con una agencia de inversión.

Ahora bien, ¿qué ocurrirá cuando la pirámide de población se encuentre invertida? Hace apenas diez años se decía que hasta 2030 no habría problemas de cotización, que la proporción entre cotizantes y jubilados debe ser de un mínimo de 1'38 y que el porcentaje sobre el PIB debía ser de un 10'1%. Hoy en día, gracias a la masiva inmigración y al aumento de en casi 5 millones de puestos de trabajo el mercado laboral, la proporción destinada al pago de las pensiones está en torno al 8'6% -aunque esto es una quimera que analizaremos en otros posts- pero según estudios del Banco de España, en el 2050 la proporción deberá alcanzar el 15'7% del PIB para que el sistema sea sostenible.

Aunque ya lo he mencionado en alguna conversación, el objetivo de una política liberal no debe ser la eliminación del sistema de Seguridad Social y dejarlo absolutamente en manos privadas como la necesaria reforma para hacerlo dinámico, eficaz y verdadero mecanismo de redistribución de riqueza y consagramiento de los frutos de toda una vida de esfuerzo y trabajo. En este sentido, el modelo a seguir debe ser el tomado por Suecia en los años 90, con un modelo trinitario de reparto, capitalización y mínimo asegurado. Con una implantación progresiva en un plazo de diez años -aprovechando la crisis actual- el sistema debe avanzar hacia una contribución mínima al sistema de reparto que se complemente con una contribución por capitalización en consorcios de jubilación que coloquen los activos recibidos en fondos de renta fija con rentabilidad asegurada en el largo plazo. Para todos aquellos que por diversas cuestiones no hayan logrado cotizar por minusvalías físicas o de cualquier otra índole así como por bajas de maternidad o invalidez existe el fondo asegurado que percibirá cualquier trabajador; como una especie de pensión no contributiva.

La crítica fundamental que se plantea al modelo sueco o a un camino que desemboque en un modelo donde el sistema por capitalización esté reconocido públicamente, haciendo de ello un sistema universal y garantizado es que el déficit que se generará por la inversión demográfica es posible de asumir vía impuestos. Evidentemente, el déficit es asumible vía impuestos si estamos dispuestos a pagar, dentro de cuarenta años, hasta la mitad de nuestro sueldo sólo en cotizaciones a la Seguridad Social para mantener una ratio eficiente. Si el objetivo es freír a impuestos a la población, claro que es asumible. Si todos los españoles desean llegar con un 50% menos de lo que cobraban a fin de mes, claro que es asumible. Eso sí, luego todos podremos disfrutar de nuestra pensioncita -nada de lujos burgueses- que nos garantice nuestra subsistencia y, así, habremos logrado que se cumpla la inexorable Ley de Bronce de Ricardo gracias, precisamente, a la intervención estatal.

He tenido que oír todo tipo de críticas a un sistema trinitario al estilo sueco. Desde la supuesta destrucción de la esencia del sistema hasta teorías neomalthusianas que sugieren que un descenso de la población no estaría mal del todo para eliminar paro estructural y déficits varios -sin ir más lejos, en la web de la CGT- y una vez tras otra se han ido desmontando a golpe de estadística, ejemplos prácticos y hasta la propia realidad. Aún hoy en día los únicos argumentos para defender el modelo único de reparto en la Seguridad Social se basan en prejuicios -no necesariamente malos- ideológicos y justificaciones clasistas que se alejan del beneficio general de la sociedad.

PD: Disculpadme por el tocho infumable que he escrito. :P

2 comentarios:

Óscar dijo...

Y tan coñazo. Mira que lo empecé a leer, lo prometo, pero fui incapaz de terminarlo.

El otro día leí sobre Clint Eastwood y me acordé de ti.

Miguel dijo...

Pues sí, ya era hora de que abandonases la indolencia vacacional porque tempus fugit.

En primer lugar, felicidades por la documentación histórica. Si más personas se dieran cuenta de que argumentar con datos es más recomendable que lanzar consignas, mejor nos iría.

En segundo lugar, parece que el Estado sí debe preocuparse por los más débiles, es decir, los trabajadores. La SS española es de las mejores del mundo por coberturas y en cuanto a personas que ampara, y creo sinceramente que debemos estar orgullosos al respecto. En "detallitos" con éste, sí que se nota que España está en el primer mundo.

La comparación ente la SS y Madoff es, cuanto menos, zafia y demagógica y, en cualquier caso, impropia de la valía del que la hace. Y creo que no hace falta añadir más.

En otro orden de cosas, si se diera el supuesto de que cada uno nos pudiésemos asegurar una pensión privada para el futuro, ¿quién custodiaría nuestras aportaciones? ¡Expertos como Madoff!. ¿Cómo se gestionarían los fondos para que rentasen? ¡En la Bolsa de New York!. O, ¿Quién los garantizaría? ¡Lehman-Brothers!.
Por último y no parecer demasiado pesado, pero no menos importante.

Me ha parecido detectar (seguramente por una lectura un tanto apresurada) alguna confusión (¿interesada?) entre "cotizaciones" e "impuestos". tengo la convicción de que en algún momento habrá ocasión de solventar el malentendido.

Saludos