Aquí, como os prometí, la intervención sobre el tema de la que hablaba ayer. Es un breve esbozo sobre el que podemos hablar largo y tendido y que estoy seguro, no agradará a nadie.
"me gustaría enfocar la discusión desde el punto de vista de una teórica no existencia de los bienes públicos -sé que es imposible, aunque ya me gustaría que se siguieran mecanismos de mercado en toda la economía- y basándonos en las externalidades negativas que tienen las empresas y que no son tomadas en cuenta en su plan empresarial. Estoy hablando, claro, de cantidades óptimas.
Por hablar de un tema que está de candente actualidad y que es sencillo de comprender, me centraré en la tragedia de la contaminación. Ésta es, como todos sabemos, una externalidad negativa que apenas es tomada en muchas ocasiones. Hay formas muy diversas de, digamos capear estas externalidades; como por ejemplo las tasas de las que hablaba Sarkozy en una de las prácticas -que supongo son las mismas para todos los alumnos de Principios- y con las que yo personalmente estoy frontalmente desacuerdo, al obviar completamente mecanismos de mercado -¿por qué decide un burócrata lo que “cuesta” una tonelada de CO2 y no los propios agentes económicos?-.
Tampoco hablaré del clásico ejemplo de una contaminación del agua. Considero que el agua es un bien susceptible de ser privatizable; es decir, las diversas empresas o agente económicos podrían dividir un río o lago entre sí y acabar con el Teorema de Coase. ¿Qué ocurriría si resulta que, aunque con un contrato libre de costes -supongamos el de sufragar una depuradora-, todos esperamos a que se vayan uniendo el resto de empresas antes de adherirnos nosotros mismos? Se daría la paradoja de que nadie acabaría por unirse al contrato por miedo a que otros no se adhieran y sigan usando ese derecho de propiedad negativamente y el Teorema de Coase perdería cualquier efecto.
Me centraré, así, en un bien que considero imposible de ser privatizable como es la atmósfera. Supongo que es muy difícil dividir -aunque sea ficticiamente- y por tanto no es privatizable. Un bien no privatizable y escaso -es difícil reproducir la atmósfera, o más bien, digamos la capa de ozono- es un bien público.
La complejidad de la situación de la atmósfera -capa de ozono- es notable. No es un bien privado, entonces; nadie rinde cuentas a nadie pero es algo que nos afecta a todos, por tanto, ¿dónde encontrar el punto óptimo? Es aquí cuando entra la difícil cuestión que centra el tema: los agentes privados han demostrado su incapacidad -aquí, en esta cuestión concreta- de llegar a acuerdos concretos y factibles por tanto la solución estriba en que el Estado -teorizando, claro está; no hay un “Estado” mundial, pero podríamos hablar de la ONU, la OMC o algún otro organismo internacional- tome la gestión de ese bien y revenda o subaste derechos de contaminación comerciables. De dicho modo somos capaces de internalizar la externalidad negativa.
Esto nos lleva a ver las limitaciones del Teorema de Coase. Probablemente a nivel microeconómico -y estamos hablando de situaciones en las que estarían involucradas unas cuantas personas, quizás unas decenas de ellas- el Teorema funcione sin demasiados problemas -lo que por otra parte nos lleva a evidenciar la importancia de dejar libertad a los individuos- pero a nivel global se hace patente la necesidad de entender dichas limitaciones digamos de variable macroeconómica e introducir al Estado como proveedor de esos bienes que hemos concluido que no son privatizables.
El resto de aquellos bienes privatizables serán posibles de llegar a un estado adecuado o muy cercano al óptimo a partir de las propias negociaciones de los agentes económicos individuales, sin intervención pública alguna."