jueves, 19 de febrero de 2009

Hoy quiero polemizar

Que en España producir coches es tremendamente menos eficiente que en Polonia o Rumanía. Que nuestras empresas cualificadas se marchan por pagos políticos -aquí en Madrid, mismamente, EADS-CASA, bendito Zapatero-. Que seguimos tirando el dinero a espuertas en una agricultura que no quiere competir con la del norte de África. Que en España no podemos hacer todo de todo. Que no podemos seguir dependiendo del petróleo así. Que deberíamos mandar a tomar vientos la minería española -¿reserva estratégica? ¿El viento, el agua o el Sol se pueden cortar a España?- y reconvertir las zonas mineras de forma eficiente. Que no podemos seguir subvencionando la cultura -la cultura no se crea para ganar dinero, creo-. Que no podemos seguir con complejos, con el atraso, con la lentitud en la reacción tan propias de este país.

El otro día en el instituto cancelaban una charla informativa, una vez habiendo avisado a los alumnos y a los profesores con varios meses de antelación, una hora antes de la misma. El funcionariado en su mayoría es laxo e ineficiente; la burocracia es interminable -fotocopiad el DNI si queréis seguir leyendo-. Somos el paraíso de la corrupción, el mamoneo y la Caja B. El país donde uno no dimite ni aunque le saquen a tiros de la butaca. Hay honrosas excepciones, ¡menos mal!

Cuando tengo estos días tontos me da por pensar que somos un país sin remedio. Ahora viene el párrafo elitista y egocéntrico, aviso. Aunque para eso está el blog, para decir lo que en público no se puede decir por no ser "políticamente incorrecto".

La gente que queremos progresar y llegar a más somos denostados. Queremos exigencia, trabajo, esfuerzo y se nos tacha de insolidarios por no adaptarnos a la masa. Queremos libertad para que la gente pueda desarrollarse al máximo, pueda llegar a su máxima prosperidad y nos salen, de nuevo, con el canto de sirena de la insolidaridad. ¡Ni que una cosa quitase lo otro! Somos el país de "hasta que no lo haga mi compañero yo tampoco", el de "bueno, si no estamos tan mal". Somos un país sin remedio, condenado a malvivir con islas de gente sufrida y trabajadora, que no se ha cansado de tirar del carro conforme a las posibilidades y capacidades que tuvo. El país de la Hispania sometida, de los castellanos temerosos del exterior, de la burguesía rentista y de la modernidad de cañita, fútbol y a ver qué dice el hombre del tiempo para mañana. El país de "qué bien habla ese" mientras de cada cuatro palabras 3 son adjetivos y 1 el verbo. Humo, éter, elixires y placebos para un país sediento de líderes al que le dan monigotes.

Soy muy pesimista, y eso ahora que ni siquiera he empezado a trabajar como Dios manda. Cuando llegue el momento de buscar un buen trabajo, de buscarse las habichuelas e intentar ser un buen picapleitos, volveremos a la realidad de ese país de enchufados, apellidos y apariencias.

Buenas noches y buena suerte. (¡!)

PD: Mañana antes de irme durante el fin de semana hablaré de las apariencias. ¡Siempre aparentar antes que ser!

martes, 17 de febrero de 2009

Por qué no me gustan los sindicatos...

...y por qué los critico. Kaneda, de El Hijo Rojo, decía que la gran incoherencia del liberalismo es que, mientras nos centramos en atacar al sindicalismo, después nos quejamos cuando no actúan. Lo cierto es que yo, realmente, prefiero que el sindicato de turno no actúe y sea el trabajador el que lleve las riendas de su negociación, sea en solitario o junto al resto de trabajadores pero sin la intermediación de esa lacra que es el sindicalismo.

No comparto con Salva el que deban ser ilegalizados -sólo faltaría empezar a recortar ahora ciertos derechos civiles- pero sí el que esté en el sindicato la representación de todos los trabajadores de la empresa a la hora de negociar convenios colectivos y que se mantengan "liberados" cuyo único cometido es, en el 90% de ocasiones, el permanecer como parásitos en el interior de una empresa, sin aportar nada al trabajo de sus compañeros. Quizá la única salvedad serían las secciones de asesoramiento jurídico, ¿el resto? Despilfarro público.

Al menos yo, me limito a atacar la hipocresía sindical. Se montan manifestaciones y huelgas generales por reformas laborales, se llama a la huelga para lograr cosas que ya se han cumplido -caso de los atrasos en la CAM- o para reclamar una mejora en la Educación -también en Madrid- mientras a nivel estatal se firma el desprestigio y el entierro de los valores como el trabajo, el mérito o la constancia. Son estos mismos sindicatos los que llenan su boca con palabrería de "obreros", "trabajadores" y "dignidad laboral"; vaciándolas de todo contenido y discurso para luego acabar reuniéndose en secreto con el líder del país. Son estos, en definitiva, los que cazan al trabajador y luego lo venden por unos cuantos sextercios que disfrutar en sus prostíbulos con sus privilegiados eunucos.

Hace tiempo que el sindicalismo de este país dejó de ser serio, de tener en cuenta a sus trabajadores y de apostar por ellos y por el pragmatismo. Hace tiempo que el sindicalismo aquí se dedicó a hacerle el juego al progresismo panchi-guay, a advertir contra el monstruo liberal cuando lo que siempre ha habido en este país es un Estado paternalista que nos asfixia y cuando comenzó a cerrar los ojos según el color del Gobierno de turno. ¿No es, acaso, para echarse a llorar?

Démosle las gracias al Tío Paco por su sistema laboral, que pervive aún hoy entre nosotros.

viernes, 13 de febrero de 2009

Aunque a mi no me guste...

La diferencia entre Italia...

...es que allí por lo menos son coherentes.

Qué cruz de sindicatos. Lanzan una huelga general -que fue un enorme fracaso- contra una reforma laboral que era necesaria (y hasta se quedó corta) y hoy, con el chaparrón que cae, guardan este silencio tan encabronante y vergonzoso. Eso sí, nada de abaratar el despido que hay que mantener a nuestros "liberados".

Qué asquito, oigan.

domingo, 8 de febrero de 2009

Las disculpas (o no)

¡Llevo mucho tiempo sin actualizar! Y como no soy esclavo de mi blog, no pido perdón, hale. No en serio, la verdad es que he estado un poco desilusionado: corrupción, sucesos relacionados con la eutanasia y los maniqueos debates a los que nos tienen habituados nuestros políticos. ¡Qué sufrimiento! Encima con dolor de cabeza.

No me han publicado una carta en El Mundo sobre el caso de Eluana -¿se escribe así?-, el PP sigue envuelto en un marasmo de corruptelas y batallitas internas de poder y España sigue derrumbándose poco a poco, pedazo a pedazo, bajo la eterna sonrisa cínica de un Presidente peripatético.

Pues nada, aquí seguimos.